En Purim se celebra el rescate del Pueblo Judío de la aniquilación en el siglo IV e.c, en Persia. La historia judía retrata a Mordejai, uno de los protagonistas principales de Purim, como un hombre extraordinario. Estudioso por excelencia y líder judío, Mordejai surgió de la intrincada historia de Purim, de eventos de intriga en el palacio, como un motor político; y así se convirtió en Virrey.

Mordejai daba idea de un verdadero hombre del renacimiento, respetado y adorado por su pueblo. Pero el Talmud revela un hecho poco conocido: La aclamación pública de Mordejai no era precisamente unánime.

Nuestra atención se dibuja primero en la Meguilá (el Pergamino de Ester) que concluye: "Mordejai…era un gran hombre entre los judíos, y amado por la mayoría de sus hermanos…" Esto suena como que algunos de sus hermanos (una minoría) tenía un problema con él.

El Talmud también nota una segunda curiosidad: Mordejai se menciona entre los líderes judíos que volvieron a Israel (de Babilonia-Persia) para construir la Segunda Comunidad de Naciones Judías. Cuando el Libro de Ezra enumera esa lista de líderes, Mordejai aparece como el quinto nombre; luego, en el Libro de Nejemia, Mordejai aparece como el número seis. Allí parece haber habido un descenso de categoría.

¿Qué estaba pasando?

El Talmud enseña que algunos en el rabinato desaprobaron a Mordejai como la nueva persona pública. Mordejai era un miembro del Sanhedrín, la Corte Suprema judía de setenta y un Sabios. Él era un hombre totalmente inmerso en la Torá.

Ahora, se había vuelto una figura política, una posición que no permite un único enfoque solo en la Torá que él tanto disfrutaba.

Es un hecho que la participación en los temas de la comunidad nos distrae de los propósitos espirituales internos.

Un líder de la comunidad tiene que preocuparse por el bienestar de las personas, a cada nivel. Es una carga que no permite la dedicación total y absoluta a la Torá.

Así que, algunos de los colegas del Sanhedrín de Mordejai, discreparon con su nuevo estilo de vida. Aunque él era tan observante como siempre, ellos sentían que él había sacrificado su inmersión total en el estudio de la Torá por causa de la dirección política. Para algunos judíos observantes de la Torá, éste era un error. En ese sentido, Mordejai bajó un paso en el mundo religioso cuando se volvió un líder político. Pero Mordejai, y la mayoría de los miembros del Sanhedrín, tomaron una posición diferente. ¿Por qué?

El Midrash (Tana D''bei Eliahu de Raba. 11) enseña que "pondría a los Sabios…del Sanhedrin, a que alzaran sus togas…y circularan por las ciudades enseñando a los judíos…"

Ésta no es una declaración simple. El Sanhedrin era un grupo muy destacado de personas. Ellos eran gigantes espirituales e intelectuales, y se suponía que se convocaban en el Monte del Templo en Jerusalém - el lugar Santo que prestaba influencia y fuerza espiritual especial al Sanhedrin. Por ejemplo, sólo cuando se reunían allí, el grupo podía decidir los casos de pena capital.

¡¿Y el Midrash dice que instaría a esos titanes religiosos a abandonar el Monte del Templo, y rebajarse, para poder enseñar a la nación?!.

En otros términos, los Rabinos del Sanhedrín estaban obsesionados con sus propios logros espirituales. Ellos tenían la obligación de estudiar, orar y subir a las Alturas; pero también tenían la responsabilidad de estar a la cabeza, aun cuando eso impactaba en sus propósitos espirituales personales.

Mordejai eligió. Él podía escoger encerrarse en una Ieshivá y así consagrar cada respiración al estudio de la Torá. Él quiso hacer eso, indudablemente. Pero Mordejai no pensó en lo que él quería; pensó lo que Di-s quería de él. De esta manera vio la necesidad de que haya un líder, y entonces tomó el liderazgo.

Este es un verdadero líder. Los líderes genuinos no son personas que anhelan 'estar a cargo', para ser 'los jefes'; eso es un manotazo de megalomanía.

Los líderes reales son personas que preferirían enfocar su atención a su propio dominio más que al dominio de otros. Ellos preferirían el lujo de la paz de su mente y la privacidad, que un rol ajeno al liderazgo les permitiría. Pero ven una necesidad general, y sienten una responsabilidad para caminar en esa brecha.