Un Jasid se mudó de Polonia a Eretz Israel, instalándose en Jerusalem. Después de vivir en dicha ciudad alrededor de un año, decidió que le era imposible adaptarse al estilo de vida del país, y deseaba retornar a Polonia.

Antes de partir, fue a visitar a Rabí Simjá Bunim de Vorka, para que le dé su saludo y recibir una bendición para el viaje.

Rabí Simjá Bunim lo miró largamente desde las profundidades de su corazón, y dijo al jasid: "Siento lástima por ti. Evidentemente no le has caído bien a Jerusalem. Ya que si así sería, también a ti te hubiera gustado ella"

Un corto tiempo después el jasid retornó a Rabí Simjá, para avisarle que había decidido quedarse definitivamente.