Hay una cadena de almas con una misión en común, cada una concluyendo lo que la anterior dejó sin terminar.

Siete generaciones atrás, hace 200 años, vivió el primer Schneerson, Rabí Shneur Zalman de Liadi. Fue un gran filósofo, con la habilidad única de expresar en palabras lo que otros sólo podían sentir en lo más profundo del alma. Así, escribió un breve libro —un clásico, conocido hoy como "Tania "— en el cual explica que no existe nada más que D-os.

También explica que cada detalle de la existencia es creado a cada momento por medio de la fuerza particular que D-os invistió en él. También afirma que si se quitara esa fuerza existencial de un objeto dado, el objeto dejaría de existir.

En verdad, esa cosa jamás habría existido — también su pasado dejaría de existir ya que el tiempo mismo es una creación.

Lo cual significa que todo cuanto sucede proviene de Arriba. Lo cual significa que D-os puede ser hallado en cualquier lugar, en cualquier momento, en cualquier cosa y por cualquier persona. Lo cual implica que el mayor milagro no es partir el mar Rojo o detener el sol en su órbita, sino el mismísimo hecho de que continuamos existiendo. Porque a cada instante somos creados nuevamente, de la nada.

Todo esto lo puso a Rabí Shneur Zalman en una situación muy difícil. Muchos consideraron que era una blasfemia sugerir que D-os está en todas partes. Él argumentaba que el Pueblo Judío siempre había tenido estas ideas en su corazón, pero sin saber articularlas. Y todo cuanto decía, lo fundamentaba con fuentes talmúdicas (y cabalísticas). Eventualmente, aun algunos discípulos de las doctrinas adversas aceptaron sus ideas, las que rápidamente ganaron consenso. Ideas que incluso hallaron su camino hacia el pensamiento secular. Hoy, nadie se da cuenta, siquiera, cuál es el origen del concepto de la creación constante.

Cuando el Rebe expresaba estos mismos pensamientos y los aplicaba a la vida moderna, se debía a que eran inherentemente suyos. Los llevaba en la sangre.