El milagro de Janucá consistió en que un frasquito de aceite alcanzó para mantener una mecha encendida durante ocho días.
Algunos dicen que el aceite se consumía, pero que -milagrosamente- nuevo aceite surgía a diario.
Otros opinan que el aceite no ardía, y que la llama era milagrosa.
Hay más y más teorías.
¿Por qué limitar a D-os con nuestra lógica? Digamos sencillamente: ¡La llama quemaba aceite, pero el aceite no se consumía!
…
D-os puede hacer cualquier cosa. Incluso, como dice el refrán: "Hacer pasar un elefante por el ojo de una aguja".
¿Cómo lo haría? ¿Reduciendo el tamaño del elefante? ¿Agrandando el ojo de la aguja?
Ni uno ni otro, el elefante permanecería grande y el ojo de la aguja pequeño. Y Él haría pasar el elefante por la aguja.
¿Ilógico? Sí, pero la lógica es otra de Sus creaciones. Aquél que creó la lógica, también puede ignorarla.
Cuando el mundo fue creado y concluido, D-os dejó dos luces: Una luz de energía infinita que abarca todas las cosas y les da existencia, pero que las trasciende. Y una luz penetrante que da vitalidad a todas las cosas, pero que es limitada y opacada por ellas.
La primera luz es expresión pura de "No hay nada fuera de Él". De modo que de ella emanan los milagros, actos que privan al mundo de todo significado.
La segunda luz es expresión de Su deseo de que exista un mundo, de ella emana el orden natural de las cosas, un mundo de elementos que se comportan como dirigidos por sus propias cualidades.
Pero D-os no quería un mundo con dos deidades: una de la naturaleza y otra de lo sobrenatural; por eso hizo que ambas luces se condujeran en armonía, revelando que provienen de un mismo Origen.
¿Cómo lo logra? ¿Adecuando los milagros para que quepan en el orden natural? ¿O cambiando la naturaleza de las cosas para que tengan lugar los milagros?
Ni esto ni lo otro. Las propiedades de cada cosa permanecen iguales, el orden natural transcurre de acuerdo con sus propias leyes, y suceden los mayores milagros. El elefante en el ojo de la aguja, lo infinito dentro de lo finito.
¿Imposible? Sembremos una semilla y observémosla crecer. Y más aún, plantemos actos de bien y observemos maravillados los milagros que florecen.
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