Para el pueblo judío el pasado, presente y futuro están inseparablemente unidos. La Torá describe los detalles del servicio en el Templo que, a pesar de que fue destruido dos mil años atrás, permanece como una realidad interna en la consciencia judía. El Templo estuvo en el pasado, pero también estará en el futuro. Por lo tanto, nos enseña sobre el presente.
Parte del servicio del Templo era el hecho de que cada día el Sumo Sacerdote entraba al Santuario del Templo, donde ardían las luces de la Menorá de oro. La Torá describe las vestimentas especiales que vestía. De esto podemos aprender algo sobre la naturaleza del liderazgo judío.
El Sumo Sacerdote era el representante espiritual de todo el pueblo judío. En su nombre entraba al Templo, donde la presencia de D-os estaba revelada. Los rabinos nos dicen que sus vestimentas. expresaban su vínculo con todos los demás judíos.
En cada hombro llevaba una piedra de ónix en un engarce de oro. En las piedras estaban grabados los nombres de las Doce Tribus, seis en cada piedra. Una cadena de oro, que pasaba por cada una de las piedras de ónix en el hombro, sostenía el "Pectoral del Juicio" vestido sobre el pecho del Sumo Sacerdote. En el Pectoral había doce piedras preciosas distintas. Cada joya tenía grabado el nombre de una de las Doce Tribus.
Esto significa que el Sumo Sacerdote llevaba con él los nombres de las Tribus, la totalidad del pueblo judío. Cuando entraba al Templo esto actuaba como un recuerdo ante D-os, expresando el pedido de que D-os recuerde a Su pueblo y los mire con favor.
¿Este recuerdo era solo en nombre de los judíos justos que expresaban las más nobles tradiciones de su pueblo? No. Los sabios explican que las vestimentas del Sumo Sacerdote lo conectaban con todos. Por lo tanto, otra vestimenta que tenía era una sotana de color turquesa. En su dobladillo habían "granadas" hechas de lana de colores, entre las cuales había campanillas hechas de oro. Cuando caminaba, se podían escuchar las campanillas, quizás algo similar a la forma en que escuchamos las campanas en la corona del rollo de la Torá hoy en día.
El Talmud nos dice que las "granadas" son un símbolo de aquella gente que se imagina a sí misma como completamente alejada del judaísmo. Puede pensar así, pero los sabios establecen que "incluso el más vacío de entre ustedes está lleno de buenas acciones como una granada está llena de semillas". Cuando el Sumo Sacerdote entraba en el Santuario Sagrado llevaba con él también a esos judíos, junto con los otros, invocando la bendición de D-os para ellos y despertando en todos ellos su sentido de estar conectados con D-os.
A lo largo de las generaciones está ha sido la función de los líderes judíos: pedirle a D-os una bendición para el pueblo judío, y recordarnos a todos nosotros que tenemos un gran poder espiritual.
Este fue el rol de Mordejai, durante la época agitada conmemorada en Purim, Muchos judíos en el vasto imperio persa estaban profundamente asimilados. Sin embargo, Mordejai fue capaz de despertarlos para que enfrenten la amenaza presentada por Haman y ponerse de pie por ser judíos. Ellos tenían la oportunidad de escapar convirtiéndose a la religión de Haman, inclinándose y adorándolo a él. Mordejai, preocupándose por cada judío, fue capaz de inspirarlos a todos. Les hizo reconocer que, no importa cuán alejados se puedan a veces sentir, la verdadera realidad interna de cada persona es la porción de D-os que lleva dentro. Este reconocimiento desencadenó la respuesta Divina descrita en el Rollo de Esther y el giro milagroso con el que el pueblo judío fue salvado.
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