Todo debe ser hecho con alegría. Aún el remordimiento puede ser con alegría.

La gente imagina un lugar de Divinidad como un lugar serio y solemne. En realidad, donde está D-os hay alegría.

Es por eso que cada momento nuestro es para ser celebrado y colmado de alegría. Porque a cada momento estamos cumpliendo nuestra misión de traer Divinidad a este mundo. No sólo al ocuparnos de los asuntos evidentemente agradables, como la meditación, el estudio, la plegaría y los actos de bondad. Sino incluso las actividades mundanas habituales y la manera en que nos ganamos el sustento y llevamos la vida, son maneras de conocerLo y hacerLo parte de nuestro mundo.

Y donde está D-os, hay fuerza y alegría.