El gran maestro jasídico, Rabí Meir de Premishlán, vivía al pie de un cerro muy empinado. Todos los días, aún en la nieve y el hielo invernales, Rabí Meir lo escalaba para sumergirse y purificar su cuerpo en el arroyo que había del otro lado.
La gente la consideraba una actitud admirable, pues otros sólo eran capaces de rodear el cerro. Nadie se atrevía a desafiar al hielo.
Hasta que un día, unos jóvenes, decididos a terminar con esta superstición, siguieron descaradamente a Rabí Meir, que escalaba el cerro sin esfuerzo.
Todos ellos cayeron y se hirieron gravemente. ¿Cuál era el secreto de Rabí Meir?
"Cuando estás conectado a las Alturas —explicó— no te caes."
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