Mensaje de Pesaj
Estimados lectores:
En la literatura jasídica, la festividad de Pesaj gira en torno a la destrucción del ego y la soberbia. El jametz —lo leudado, lo que se infla— representa simbólicamente nuestro ego descontrolado, y por eso debemos eliminarlo.
La prisión más grande que existe es el propio ego. Nos limita y nos impide alcanzar nuestro verdadero propósito espiritual. Una persona dominada por su ego es, en realidad, una esclava: está encarcelada en sus propios pensamientos egoístas, y cada una de sus acciones nace de un cálculo de conveniencia.
El ego aparece con el pecado original, en el Gan Edén, cuando Adam y Java deciden probar el fruto del árbol del conocimiento, es decir, del autoconocimiento, de la conciencia del “yo”. Antes de ese momento, el ser humano estaba completamente anulado ante la divinidad: no se sentía separado ni de Di-s ni del resto de la Creación, y comprendía con claridad su rol en el universo. Pero el pecado rompió esa armonía, y desde entonces el ser humano debe librar una lucha constante contra el egoísmo, que a veces le hace creer que lo merece todo y otras veces lo engaña haciéndole pensar que no vale nada.
El resto de las criaturas aceptan su rol divino con mayor naturalidad, cumpliendo su misión en la Creación sin resistencia.
Por eso tiene tanto sentido que el Baal Shem Tov haya instituido la Seudat Mashiaj —la comida para el Mashiaj— en el último día de Pesaj. En la era de la redención, el ego se disolverá por completo, y nos anularemos ante la voluntad divina sin las cadenas de la búsqueda constante de satisfacción personal.
Pesaj nos prepara para esa etapa: buscamos las migas de orgullo, los restos de soberbia que nos hacen sentir superiores, las partículas de envidia que nos impiden disfrutar de lo que tenemos. Cada pedazo de jametz que eliminamos es un paso hacia la libertad interior.
Te invito a sumarte a esta hermosa tradición jasídica el domingo por la tarde (en Israel, el sábado por la tarde), participando de la Seudat Mashiaj con matzá y las cuatro copas de vino, con el corazón vacío de ego y limpio de soberbia, listo para recibir al Mashiaj.
¡Jag Sameaj y Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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