Pregunta
En la plegaria de la Amidá, hay dos lugares donde se menciona el rocío o la lluvia, pero de forma diferente según la estación del año. En la segunda bendición, Atá Guibor, se dice morid hatal (Él hace caer el rocío) durante el verano, desde Musaf del primer día de Pésaj hasta Shajarit de Sheminí Atzéret. En cambio, en invierno se dice mashiv haruaj u’morid hagueshem (Hace soplar el viento y caer la lluvia). Por otro lado, en la novena bendición, Barej Aleinu, que es una súplica por sustento, se pide tal umatar livrajá (rocío y lluvia para bendición) en invierno, pero en verano se omite toda mención del rocío y se dice solamente veten berajá (da bendición). ¿A qué se debe esta diferencia?
Respuesta
La clave está en la función diferente de cada bendición. La segunda bendición no es una petición, sino una afirmación del poder de Dios: se reconoce que Él da vida y controla las fuerzas naturales. Por eso, aunque en verano no se necesita lluvia, se declara que Dios sigue enviando rocío, el cual sí está presente todo el año. Así se expresa la continuidad del cuidado divino. En invierno, cuando la lluvia es vital para la agricultura, se menciona mashiv haruaj u’morid hagueshem como muestra del poder divino manifestado en la lluvia.
En cambio, la novena bendición es una petición explícita por el sustento. En invierno se pide tanto rocío como lluvia, ya que ambas son necesarias para los cultivos. Pero en verano, pedir lluvia sería contraproducente —podría incluso dañar las cosechas—, por lo que no se menciona ni lluvia ni rocío, y se pide en términos generales veten berajá. Aunque el rocío sigue cayendo, no se considera necesario pedirlo directamente en esta sección, sino que se confía en que Dios lo seguirá proveyendo como parte de Su bendición constante.
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