Es el precepto con el cual se nos ordenó salvar al perseguido de manos de quien lo persigue para matarlo, incluso (acabando) con la vida del perseguidor. Es decir: se nos ha ordenado matar al perseguidor si no nos es posible salvar al perseguido salvo a costa de la vida del perseguidor.
Es lo que El, exaltado sea, dijo: Y cortarás la mano de ella, no hagas compadecer tus ojos.
En expresión del Sifrí: "En sus partes privadas — tal como lo característico de (sujetarlo por) 'sus partes privadas' es que en ello hay peligro de vida y (ese caso) está (reglamentado) con 'cortarás la mano de ella', así, toda cosa en la que hay peligro de vida, está (reglamentada) con 'cortarás la mano de ella'. Y cortarás la mano de ella — enseña que estás obligado a salvarlo (incluso) con (la pérdida de) su mano. ¿De dónde (sabemos) que si no puedes salvarlo a costa de la mano de ella, sálvalo a costa de su vida? Para enseñárnoslo fue dicho: no hagas compadecer tus ojos".
Te ha sido explicado, pues, el concepto de esta ordenanza, y que aquello que dijo: la mujer de uno de ellos — (no es excluyente sino que) el versículo habló de lo habitual, y la intención es: salvar al perseguido a costa de los miembros del perseguidor; y si no es posible salvarlo salvo matando al perseguidor — se lo mata.
Las leyes de este precepto han sido explicadas ya en el Capítulo Octavo (del Tratado Talmúdico) de Sanhedrín.
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