Señor...

Indianápolis, Indiana

Saludo y Bendición:

Me sorprendió agradablemente advertir en su carta extractos de cartas de su hijo, así como también el espíritu de sus (propios) comentarios al respecto. Por cuanto no hay límite para el bien, confío en que habrá una continuidad en esta dirección y, además, que la buena influencia de su hijo creará una reacción en cadena afectando a todos los integrantes de su familia.

Deseo discrepar con usted, sin embargo, en el tema de su hija menor que, según me escribe, tiene once años y se ha resistido a iniciar la escuela hebrea; sin embargo, usted "no forzó la cuestión". Puede imaginar bien mi reacción a esto. Pues, seguramente, si su hija de once años se hubiera resistido a ir a la escuela por completo, usted habría creído necesario "forzar" la cuestión, si es que el término "forzar" puede en verdad aplicarse aquí. Ciertamente, en cuanto a lo que atañe a un niño judío, su educación hebrea es al menos tan importante como una educación general.

Esto ha sido generalmente reconocido a lo largo de las épocas, pero debería reconocerse particularmente en nuestro propio tiempo y época, pues hemos visto a muchos de los más grandes y santos de nuestro pueblo exterminados por un enemigo asesino. Por consiguiente todos nosotros, quienes hemos sido lo bastante afortunados de sobrevivir, tenemos el deber de compensar esta tremenda pérdida. Por otra parte, vemos que las fuerzas de la asimilación total se han vuelto mucho más fuertes en los países libres y democráticos.

Puede considerar que mi referencia a la actitud de su hija, y a su actitud en este aspecto, ya no es relevante, dado que escribe que ella ha accedido ahora a comenzar la escuela hebrea, aunque usted inmediatamente señala (con aparente satisfacción), que el método de instrucción es "habet ushmá" (observa y escucha), un sistema que según la opinión general no apunta a conducir al naasé (hacer).

Seguramente no hay necesidad de explicarle el hecho de que cuando la Tora fue entregada a nuestro pueblo, "Naasé" (haremos) no fue sólo una condición de aceptación de la Torá, sino una condición previa: "Naasé" antes de "veNishmá" (y escucharemos), Nuestros Sabios, de bendita memoria, señalaron que la identidad judía y la base misma de la existencia judía, para el individuo así como también para el pueblo como un todo, descansa en este gran principio de "Naasé" antes de "veNishmá".

Ciertamente éste es el modo de entrenar y educar a un niño judío.

Con bendición, M. Schneerson