Es la advertencia con la cual se previno al instigado de no salvar al, instigador, si ha de verlo en una situación de perdición y destrucción.
Es lo que El dijo: (y) no apiades tus ojos por él.
Sobrevino la explicación: "Puesto que fue dicho: no permanezcas (impasible) sobre la sangre de tu prójimo podría (yo pensar) que no permaneces (impasible) sobre la sangre de éste. Para enseñarnos (que no es así) fue dicho: y no apiades tus ojos".
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