Es la advertencia con la cual se nos previno de no alejar a los egipcios ni de alejarnos de casarnos con ellos luego de que se hubieran convertido (al judaísmo).

Es lo que El, exaltado sea, dijo: No aborrezcas al egipcio.

Las leyes de estos dos preceptos —es decir: la ley del egipcio y la ley del edomita— han sido explicadas ya en el Capítulo Octavo (del Tratado Talmúdico) de Iebamot y al final (del Tratado Talmúdico) de Kidushín.