Es la advertencia con la cual se nos previno de no vender el diezmo del animal, de cualquier forma que fuere.
Es lo que El, exaltado sea, dijo respecto del diezmo del animal: No ha de ser redimido.
En la expresión del Sifrá: "En el diezmo dice El no ha de ser redimido — y no es vendido ni vivo ni faenado, ni indemne ni defectuoso".
Las leyes de este precepto, junto a las del precedente, han sido explicadas ya en el Tratado (Talmúdico) de Bejorot y al comienzo del Tratado (Mishnaico) de Maaser Shení.
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