Es la advertencia con la cual se nos previno de no dejar que un no-judío que mora en nuestra tierra esclavice con quebranto a un siervo hebreo que se vendió a sí mismo para él.

Es lo que El, exaltado sea, dijo: No lo dominará con quebranto ante tus ojos. No hemos de decir: "Por cuanto que este esclavo pecó contra sí mismo y se vendió a un no-judío, abandonémoslo para que reciba el fruto de sus acciones". Sino, que hemos de vigilar al no-judío a estos efectos y le impediremos esclavizarlo con tareas que quebrantan.

Dice el Sifrá: "No lo dominará con quebranto ante tus ojos — no te ha sido ordenado, salvo ante tus ojos", es decir: no estás obligado a vigilarlo en su casa (para ver) si lo esclaviza con faenas de quebranto o no, sino que en toda ocasión en que veamos que lo hace, se lo advertiremos.