Es la advertencia con la cual se previno al que adquiere una sierva hebrea de no venderla a otro.

Es lo que El, exaltado sea, dijo: No la dominará para su venta, al despecharla.

Las leyes de este precepto, en su totalidad, han sido explicadas ya al comienzo (del Tratado Talmúdico) de Kidushín.