Cuando Perla Cohen llegó a la casa del Rabino Shmuel y Sara Gurewitz en Lyon, Francia, traía con ella todas las herramientas necesarias para estudiar.Perla había nacido en Marruecos y era una estudiante de tiempo completo en la Universidad La Doua. Estudiar era todo lo que hacía. Fue así que, cuando el rabino que iba a oficiar en su casamiento, a celebrarse próximamente, le informó del requisito establecido por la Alianza Rabínica Ortodoxa Francesa que hacía necesario que las futuras parejas tuvieran conocimiento de las leyes relativas a la vida de una familia judía, se anotó entusiasmada para asistir a las clases.
La Sra. Gurewitz valoraba la inteligencia y curiosidad de Perla, por lo tanto amplió el programa de las clases y también incluyó otros aspectos lo que significaba el inicio del un hogar judío. En su momento, mencionó el tema de la mezuzá, explicando que esta mitzvá es uno de los primeros símbolos de un hogar judío.
"Perla, no tienes que esperar hasta que estés casada," le explicó la Sra. Gurewitz. "Puedes colocar una mezuzá en la jamba de la puerta del apartamento donde ahora estás viviendo."
"Sra. Gurewitz," le contestó Perla, "me gusta aprender con usted y entiendo el concepto de esta mitzvá, pero no creo que sea una buena idea en este momento. Quizás no sepa que vivo sola en el barrio Les Broteaux del sexto 'arrondissement'. Usted debe estar enterada que es una zona muy elegante, donde no viven judíos. ¿Verdad que no tengo contarle sobre el antisemitismo que hay en Francia? Me parece que no es muy seguro exhibir mi religión de una manera tan abierta".
La Sra. Gurewitz le reiteró que la esencia de esta mitzvá es la seguridad y protección y, cada tanto, volvía a mencionar el tema. Eventualmente, Perla decidió colocar una mezuzá, pero lo hizo del lado de adentro de la puerta; seguía preocupada por no llamar la atención. Le llevó unas cuantas semanas más juntar coraje para colocar una mezuzá del lado de afuera de la puerta.
Cuando llegaron las vacaciones de invierno, Perla viajó a visitar a su familia en Marruecos. Cuando mencionó que había colocado una mezuzá, tuvo que enfrentar la oposición de su familia. Al igual que lo había hecho ella en su momento, su familia también sentía temor y la convencieron que estaba arriesgando su seguridad. Y fue así que la mezuzá fue retirada.
Pero, poco tiempo después, Perla llamó a la Sra. Gurewitz para comentarle que había vuelto a colocar la mezuzá del lado exterior de la puerta de su apartamento. La Sra. Gurewitz quedó sorprendida. Desde que se había enterado de la firme oposición de los padres de Perla no había vuelto a mencionar el tema pensando que, quizás en el futuro, podría encontrar el momento apropiado para hacerlo. ¿Qué sería lo que hizo cambiar la decisión de Perla?
Perla le relató que unos días antes, un señor mayor había golpeado su puerta presentándose como el vecino del primer piso. Ella apenas lo conocía. Lo había visto solo una vez, cuando me alcanzó un sobre colocado por equivocación en su buzón.
El hombre tenía una expresión triste en sus ojos. "¿Por qué sacó la mezuzá? Le preguntó con voz preocupada. "Por favor no vaya a pensar mal de mí por entrometerme en su vida privada, pero soy sobreviviente de la Shoá. Vengo de una familia judía muy extendida y observante de las tradiciones. En la guerra los perdí a todos. También perdí todo. Me casé con una gentil y fui apartándome de mi herencia.
"Aquel día, cuando le alcancé el correo y vi la mezuzá en la puerta, recordé mi infancia, mi familia y mi religión. Instintivamente extendí la mano para tocarla y ese gesto hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas recordando a todos los seres queridos que había perdido, mi madre, mi padre, mis hermanos y hermanas. Desde ese entonces, empecé a subir hasta su piso todos los días para besar la mezuzá. Ese gesto me ha reconfortado y permitido volver a conectarme con mi pasado.
¿Por qué quitó la mezuzá?
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