Es la advertencia con la cual se nos previno de no golpear a los padres.
Tampoco para esta acción fue enunciada advertencia explícita por el versículo; más mencionó el castigo y dijo El: Y quien golpea a su padre y a su madre, morir morirá. La advertencia para el que golpea a su padre la hemos aprendido del mismo modo en que (la) hemos aprendido para quien maldice a su padre, y es lo que ya hemos explicado en el precepto que completa el número de 300: que se nos ha advertido de no golpear a ninguna persona (del pueblo) de Israel, y su padre está incluido.
En la expresión del Mejilta: "Quien golpea a su padre y a su madre... — castigo hemos oído, advertencia no hemos oído. Para enseñárnosla fue dicho: Cuarenta lo golpeará, no agregará. Y las cosas, pues, son kal vajomer: si con quien es precepto golpearlo está advertido de no golpearlo (en exceso), con quien es precepto no golpearlo, es lógico que esté advertido de no golpearlo".
Quien transgrede este Precepto Negativo —es decir: quien golpea a su padre o a su madre premeditadamente, y sale de ellos sangre — es pasible de (la pena de muerte por) Jének.
Las leyes de este precepto han sido explicadas ya al final (del Tratado Talmúdico) de Sanhedrín.
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