En nuestra Parshá aparece la Mitzvá de abonar al jornalero su paga en el mismo día de concluido su jornal: "en el mismo día le darás su paga y no se pondrá el sol con esto pendiente"1. También nosotros, los hijos de Israel, estamos calificados por nuestros Sabios2 como trabajadores del Altísimo. Nuestra 'labor' consiste en cumplir la Torá y sus preceptos, y 'la paga' es la recompensa que Hashem nos da por ello.
Aquí surge una pregunta interesante: es sabido3 que Hashem cumple El mismo todos los preceptos que nos ordenó cumplir. Si Él ordenó abonar al jornalero su paga en el mismo día y no dejarle pasar la noche, es seguro que también Él está 'obligado' a dar a cada judío su recompensa de inmediato a continuación de cada Mitzvá que cumple. Sin embargo, está escrito4: "Hoy para hacerlos y ¡mañana (en el Mundo Venidero) para recibir su recompensa"!
La jornada de trabajo
Hay quienes explican5 que el trabajo espiritual del judío a lo largo de toda su vida es en realidad un solo trabajo, que al concluirse, es abonada su paga. Es decir, la jornada 'de trabajo' del judío se extiende a lo largo de toda su vida, y a su conclusión efectivamente recibe en el Gan Eden (el paraíso) la recompensa por su labor.
Pero esta explicación no es suficiente. La recompensa principal por el cumplimiento de los preceptos no es dada en el Gan Eden sino en el mundo futuro, durante la era de la resurrección de los muertos6.
La recompensa principal en el Gan Eden es para el estudio de la Torá, pero la recompensa por el cumplimiento de los preceptos será dada recién cuando revivan los muertos. Resulta entonces que el Altísimo retiene por un período bastante largo la recompensa a los judíos, y parecería a simple vista que no cumple con el precepto de "en el mismo día darás su paga"
Trabajo de generaciones
Para entender esto debemos antes explicar la verdadera esencia de nuestra labor en este mundo. El objetivo de la creación de éste mundo es que "el Altísimo tuvo el deseo de tener una morada en el mundo inferior"7. La Voluntad Divina es que en este mundo inferior, donde impera una oscuridad espiritual y la Verdad Divina no está revelada, justamente ahí se reveló el Altísimo con toda su intensidad, hasta que este mundo se convierta en su morada8.
Esto se construye gradualmente a través de nuestra labor a lo largo de todas las generaciones. Con cada Mitzvá que la persona cumple, se refina e ilumina con la Luz Divina parte de su cuerpo terrenal y parte del mundo material. La combinación de las mitzvot de todos los judíos durante las generaciones completan el refinamiento de la totalidad del mundo, hasta que éste esté preparado para ser una 'morada' para Hashem. Entonces llegará el Mashíaj y la verdadera y completa redención, y entonces la creación alcanzará su objetivo9.
Preocuparse por los empleados
Esto nos lleva a la conclusión de que el contrato 'de trabajo' entre el Altísimo y el pueblo de Israel no es una contratación por jornada de trabajo diario, sino es una contratación de producto terminado. El pueblo de Israel recibió un trabajo de llevar al mundo a que esté en condiciones de ser una 'morada' para el Altísimo. Este no es el trabajo de un individuo, sino de todo el pueblo judío a lo largo de todas las generaciones. Cuando el trabajo esté completo llegará el momento para el pago.
Sin embargo, aunque la fecha del pago íntegro será en el futuro venidero, también ahora Hashem debe ocuparse de las necesidades de 'los trabajadores', que no les falte nada, para que puedan entregarse con todas sus fuerzas y sin preocupaciones extra a cumplir con Su Voluntad – preparar al mundo para la verdadera y completa redención.
(Likutei Sijot Cap. 29 pag.138)
Notas al Pie
1.
NOTAS: [1] Devarim 24: 7.Tanjumá Nasó 16 8.Tania Cáp. 36 9.Ahí Cáp. 37
2.
2.Ver Avot Cáp. 2 mishná 14-15
3.
3.Shemot Rabá Parshá 30:9 Ierushalmi Rosh Hashaná Cáp. 1 haljá 3. Ver Vaikrá Rabá Parshá 35:3
4.
4.Eirubin 22,a Avodá Zrá 3,a 4,b
5.
15 5.Iun Iaakov al Ein Iaakov Eirubin 21,a
6.
6.Ramban Shaar Hagmul Ver Hasagat HaRaavad Hiljot Teshuvá Cáp. 8 halajá 2
7.
Tanjumá Nasó 16
8.
Tania Cáp. 36
9.
Ahí Cáp. 37
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