Pregunta:

Si todos los grandes sabios, místicos y gente santa de las generaciones anteriores no pudieron traer al Mashíaj durante sus vidas, ¿cómo podemos imaginar que nosotros podemos hacer que ocurra?

Respuesta:

Los maestros jasídicos enseñan que el propósito de la creación es hacer de este mundo una morada para Di-s. No los mundos angelicales, no algunos reinos celestiales de almas y seres espirituales —sino este terrenal, palpable, físico mundo. Para traer al Mashíaj, debemos trabajar en eso —debemos traer a Di-s a la tierra.

Permítame preguntarle — ¿Quién califica para estar "abajo en la tierra"? ¿Moisés? ¿Rabí Akiva? ¿Los Hombres de la Gran Asamblea? ¡Por supuesto que no! Ellos vivieron unos cuantos pasos por encima de la tierra, en una realidad donde Di-s es evidente y el mundo físico con todas sus tentaciones y limitaciones no existe. Para que el Mashíaj venga, la Divinidad necesita revelarse en nosotros. En lo que los cabalistas llaman "los reinos más bajos". En efecto, la generación anterior a la llegada del Mashíaj es llamada "los talones del Mashíaj" porque el mundo está en su punto más bajo desde Sinaí.

Cuando era más joven acostumbraba bordar tapices. Uno de los primeros que bordé mostraba un cuadro de una pintoresca casa de campo, rodeada de árboles y flores de colores, con un brillante cielo azul e infladas nubes blancas, grises y gris oscuro. Mientras lo bordaba, decidí que los grises de las nubes eran demasiado atemorizantes. Así que lo reemplacé con brillantes azules y blancas. Cuando terminé el cuadro no se veía muy bien. Esos colores más oscuros, "atemorizantes" eran necesarios para que el cuadro fuera perfecto. Cierto, los vitales rojos y rosas y amarillos y brillantes verdes "hacían" el cuadro —pero sin los simples grises, los sombríos marrones, y los discretos negros, el cuadro no estaba completo.

Todos y cada uno de nosotros tiene un rol crucial en el bordado del cuadro divino y en traer al Mashíaj; si no lo hacen, no debían haber sido creados. Diciéndonos que no tenemos el poder, que somos insignificantes, sin importancia, y no importa, es simplemente un producto de la holgazanería. Por el contrario, el hecho mismo de que somos gente tan común, que lucha con los más terrenales asuntos mundanos —eso es lo que nos califica más que cualquier otra generación para traer a Di-s a la tierra. ¡Usted no puede invitarLo a menos que usted misma viva ahí!

Recuerde, Di-s nos puso en esta posición porque cree en nosotros. Y si Él lo hace, también nosotros debemos hacerlo.