Señor...
Saludo y Bendición:
He recibido su carta del día..., en la que escribe acerca de la contradicción existente, en su opinión, entre los experimentos científicos realizados en los últimos tiempos para incursionar en el espacio, especialmente vinculados con la posibilidad de un descenso sobre la Luna, y el versículo de la Torá que dice: "Los cielos son cielos de D-os, y la Tierra la ha dado a los hombres".1
En verdad no existe ninguna contradicción.
El concepto de "tierra" debe ser considerado en su sentido amplio, y ésta es realmente la intención. La "tierra" no es solamente el planeta Tierra; incluye también la atmósfera y todo lo que hay en nuestro mundo físico, que influye sobre la humanidad. No debemos mezclar el concepto de "cielo" con el de "cuerpos celestes", como la luna, el sol, las estrellas, etc. Estos no constituyen el "cielo", porque con este término nos referimos al conjunto espiritual de las cosas, en tanto que los ya mencionados cuerpos celestes pertenecen al mundo material, concreto y físico en que vivimos.
D-os creó los cuerpos celestes para que sirvan al mundo, para que le proporcionen luz, calor y energía, y ha establecido su lugar en el espacio celeste, a gran distancia de la Tierra. Este hecho no debe menospreciar la posibilidad de que el hombre se interese por ellos. Análogamente, el hecho de que D-os creara la Luna y fijara su posición en el espacio celeste para que ilumine, tampoco debe descartar la posibilidad de que en algún momento el hombre descienda sobre ella.
El verdadero significado del versículo "Los cielos son cielos de D-os, y la tierra la ha dado a los hombres", es el siguiente: al tiempo de que D-os se encuentra en todas partes, tanto en el mundo material y físico como en los cielos, en el mundo espiritual, ha fijado el lugar del hombre en la "tierra", en el mundo físico del cual el hombre forma parte, y éste debe aprovechar su vida terrenal de la manera más positiva posible. Los experimentos y logros científicos de los últimos tiempos no contradicen a la Torá; no sería posible que lo hicieran, puesto que la Torá es la Verdad.
Según la impresión recibida a través de su carta, y por su formación, confío en que usted conduce su vida cotidiana conforme las enseñanzas de la Torá, llamada Torá de Vida, y que procura progresar por esta senda, en consonancia con la máxima de nuestros Sabios de que "en la santidad, debe ascenderse"2; pues en cuestiones de santidad el incremento siempre es posible.
Con bendición,
M. Schneerson
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