A lo largo de nuestras vidas viviremos una cantidad infinita de irritaciones y frustraciones, también sufriremos muchas pérdidas, por ejemplo ser despedidos de nuestros empleos, experimentaremos traiciones, abuso y perderemos seres queridos.
¿Qué es lo que marca la diferencia entre quienes no pueden recuperarse de estas caídas y aquellos que reanudan la lucha y vuelven a reconstruir?
Un factor muy importante que contribuye a estas reacciones es el nivel de las fortalezas que pueda tener el ego que posea la persona. No me refiero al "ego" en el sentido de quien es egoísta, que sólo piensa en sí mismo o es arrogante, sino en el sentido de conocer lo que me gusta y lo que me disgusta, cómo -¡y con quién!- quiero pasar mi tiempo y ratificar mi derecho a actualizar mis talentos y fortalezas sin avergonzarme de mis limitaciones. Podemos reconocer a quienes tienen esa fortaleza por lo siguiente:
• No tienen temor de admitir y considerar la gama completa de sus sentimientos, incluyendo pena, inseguridad, soledad y ansiedad – pero, aún así, no quedan estancadas por mucho tiempo en estos estados de ánimo.
• Cuando sufren una pérdida, tratan de salir adelante, concentrándose en lo que pueden dar y llevar a cabo para otros, sin permitir que la auto-compasión o el resentimiento los paralice.
• Usan los episodios dolorosos para fortalecerse espiritualmente, centrándose en la compasión, humildad, creatividad y fe.
• A pesar de la pérdida, se dedican en actividades positivas (hacen gimnasia, limpian, son amables, estudian, etc.), teniendo presente que todos los sentimientos son pasajeros y que al final se irán desvaneciendo.
• Sienten empatía con los demás, y están dispuestos a escuchar y "contener" la pena que otros están experimentando, sin tratar de minimizar o eliminar el dolor.
•Son auto-disciplinados, y valerosamente resisten las tentaciones y luchan con las tendencias adictivas, incluso si esto significa ir contra la corriente.
• Asumen la responsabilidad por sus actos, sin echarle la culpa a los demás por los sentimientos negativos que puedan tener en algunos momentos.
• Gracias a su sentido independiente de auto-estima, saben que su esencia es buena y sagrada incluso si los demás tienen una actitud despreciativa o desdeñosa hacia ellos.
• Se aceptan a sí mismas, con sus limitaciones, sabiendo que la perfección es una exigencia infantil pero, aún así, se esfuerzan por hacer su máximo esfuerzo.
• Establecen límites definidos al decir "NO", incluso si esto significa desilusionar a los demás o arriesgar hacer el ridículo o sufrir un desprecio. Evitan a las personas que agotan sus energías físicas o emocionales.
Quienes carecen de esa fortaleza pueden ser reconocidos por lo siguiente:
• Están en una permanente "montaña rusa", controlados por sus estados de ánimo, miedos y ansiedades, siempre pensando que: "no pueden con la vida".
• Todo lo toman de manera personal y, por lo tanto, se sienten fácilmente insultados, seguros que: "No le importo a nadie, la gente es egoísta y egocéntrica y, a propósito, siempre me irritan, ignoran, desprecian y lastiman."
• Se dan por vencidos fácilmente, ya que piensan: "¿Qué importa? Igual siempre complico todo. No importa cuánto trate, nada me sale bien. Soy un perdedor y un fracaso".
• Le entregan su poder personal a los demás, sintiéndose "importantes" cuando estos los admiran y "disminuidos" cuando sienten su desaprobación.
• Como su autoestima está arraigada en los demás, están obsesionados por saber: "¿Qué piensan los demás de mí?". Y, preocupados por eso, están convencidos que: "no soy lo suficientemente bueno", están seguros que los demás piensan lo mismo con respecto a ellos. Es así que no confían en aquellos a quienes les importa su persona y temen a los que no sienten así.
• Tratan de controlar a los demás usando enojos y resentimientos para hacerlos sentir culpables.
• Viven quejándose de no recibir suficiente cariño, apoyo, comprensión, aprobación, respeto, compasión o sensibilidad de los demás. Al sentirse como si fueran "un don nadie", están resentidos con los demás y le dan poca importancia a lo que estos puedan hacer por ellos, haciendo así que todo lo que hagan por ellos sea insignificante y siempre están en la tesitura que "nunca es suficiente".
• Constantemente se juzgan a sí mismos y a los demás como inferiores o superiores, clasificando a las personas de acuerdo con su aspecto exterior, ingresos, logros y otros factores superficiales, haciendo que las relaciones se conviertan en competitivas luchas de poder.
• Temerosos de hacer el ridículo y ser rechazados, renuncian a sus propios sueños y luego se quejan: "No puedo hacer lo que realmente quiero porque no me lo permiten".
• No tienen disciplina. Sin resistirse ceden a la necesidad de reaccionar con ira o al impulso de la adicción, sintiendo que: "No tengo fuerzas para luchar."
El ideal sería que los padres ayudaran a sus hijos a desarrollar las fortalezas de sus egos durante los primeros años formativos. Pero, si en tu caso no fueron capaces de hacerlo (a menudo porque ellos mismos no tenían esas fortalezas), puedes empezar a desarrollarlas ahora, por ti mismo. Para lograrlo, durante el día tienes que hacer esfuerzos pequeños, conscientes por pensar y actuar de otra manera, apartándote del guión negativo que venías adoptando en la vida. Es algo parecido a tomar la decisión de no volver a ponerte el mismo tipo de ropa que usabas cuando tenías cinco años.
1. Sé consciente que solamente tú tienes
el poder para determinar tu autoestima. Habrá quienes te subestimen, anulen y desprecien. Así es la vida. Las personas creen que tienen el derecho a decidir quién es "grande" y quién es "pequeño". Esto es una fantasía. Tú perteneces a la realeza ¡eres un hijo de D-os! Esto hace que seas valioso, aún si los demás creen que eres un "don nadie".
2. Hasta el Rey Salomón dijo: "Y di mi corazón á inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo dio D-os a los hijos de los hombres, en que se ocupen." (Eclesiastés 1:13). Pensar que "merezco más" solo lleva a sentimientos de amargura. Recuerda que: "D-os me da todo lo que necesito. Quizás no sea todo lo que deseo, pero si tuviera todo lo que quiero, sería un niño malcriado. Estoy recibiendo exactamente lo que necesito para mi desarrollo".
3. Ten presente que siempre puedes dar, incluso si es solamente una sonrisa o una palabra de elogio o agradecimiento. Si te ubicas en la modalidad 'dar', estarás tomando el timón.
4. Observa y valora incluso los más mínimos actos de auto-control que puedas lograr durante el día. ¿Te comiste una galletita en lugar de diez... y ni te acercaste a la comida chatarra? ¡Fantástico! ¿Pusiste a reciclar las botellas o pilas? ¡Estupendo! ¿Te quedaste callado en lugar de desparramar chismes o mala onda? Te mereces un elogio. Puede parecer tonto, pero es lo que hacen con naturalidad quienes tienen una auto-estima saludable. ¡Cópialos! Entonces, a partir de las miles de victorias que obtienes cada día, escribe en una libretita las cinco que más te enorgullecen. Cada acto de auto-disciplina es un acto de auto-respeto.
5. Haz el esfuerzo consciente de practicar la gratitud. Registra cinco cosas por las que estás agradecida cada día. ¿Una palabra inspiradora de la Torá? ¿Una flor? ¿Un asiento en el ómnibus? ¿Te alcanza el dinero para terminar el mes? ¿Un buen amigo? Y ¿qué pasa con los milagros de cada día, como no ser atropellado por un auto mientras cruzas la calle, o evitar sufrir algún otro tipo de accidente? Anótalo.
6. Cuanto mayor el dolor, tanto mayores deberán ser las medidas que tienes que tomar. Si no tienes tiempo o dinero para ir a un gimnasio, salí a dar una enérgica caminata o prende la radio y baila.
7. No dejes de repetirte: "Incluso si no soy todo lo que quiero ser, elijo amarme y aceptarme a mí mismo tal como soy ahora y saber que D-os me ama tal como soy." Aún si piensas que esto es una mentira, poder tener presentes estas palabras una y otra vez a lo largo del día tendrá el mismo efecto que el de una camioneta remolcador que saca a un auto que quedó empantanado. La alternativa, es decir, seguir rechazándote y sintiéndote como un fracaso no es una elección saludable.
Siempre ten presente y valora tus elecciones saludables. Ahora mismo puedes elegir imaginarte un pensamiento inspirador. La capacidad de elección es lo que nos distingue de los animales. No existe quien pueda hacerlo por nosotros, ni un terapeuta, un consejero o un comprimido. Entonces, lo mejor es brindarte alimento para el alma. Nadie podrá controlar tu mente, a menos que tú le des permiso para hacerlo.
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