Por el pecado que hemos cometido ante Ti…

Yom Kipur llega y se va todos los años. Y nosotros nos acercamos al Día del Perdón llenos de temor, pues sabemos que en este día Di-s ha de sellar nuestro destino para el año entrante y que esta es nuestra última oportunidad de ejercer alguna influencia en el resultado del veredicto. Pero si nos ponemos a pensar, si bien el Yom Kipur pasado hicimos todo tipo de decisiones y promesas, ¿acaso podemos decir con toda sinceridad que este año fue mucho mejor que el año anterior? ¿Acaso Yom Kipur realmente cambia la forma en que vivimos la vida? ¿Acaso ejerce un efecto permanente? Por desgracia, para muchos de nosotros, las respuestas a estas preguntas son un rotundo “no”. Entonces, ¿para qué sirve este ejercicio anual de Yom Kipur?

Yom Kipur o el Día del Perdón contiene dentro de sí uno de los mensajes más profundos de la Torá: siempre hay una segunda oportunidad. Por más que nos hayamos apartado del buen camino y por más que hayamos transgredido, siempre tenemos la oportunidad de empezar de nuevo. Incluso, si el año pasado nos arrepentimos por los mismos pecados, nuestro Padre compasivo siempre está dispuesto a aceptar nuestro arrepentimiento como si estuviéramos pidiendo perdón por primera vez.

Esto se expresa en las plegarias de Yom Kipur más que en cualquier otra cosa. La confesión de los pecados constituye una parte de la liturgia de Yom Kipur. Las confesiones se realizan por primera vez en el servicio de la tarde de la víspera de Yom Kipur. Para que nuestros pecados sean expiados, primero tenemos que confesarlos. Por ende, antes de que empiece el Día del Perdón, confesamos nuestros pecados. Sin embargo, la pregunta es por qué uno tiene necesidad de repetir las confesiones en cuatro de las cinco plegarias de Yom Kipur. ¿Acaso no basta con la confesión que habíamos llevado a cabo antes de Yom Kipur?

La respuesta es que dado que es posible que hayamos pecado en forma involuntaria después de que realizamos la confesión, después se nos da la oportunidad de volver a confesar nuestros pecados en una plegaria posterior, lo cual nos permite obtener una segunda expiación. Por eso, si bien habíamos hecho la confesión apenas dos horas antes, pero volvimos a pecar, la oportunidad de expiación sigue estando a nuestra disposición.

El mensaje es perfectamente claro: no importa lo que haya sucedido antes, Di-s nos juzga basándose en el aquí y ahora. Y dado que en este momento, estamos llenos de arrepentimiento y confesamos nuestros pecados, Di-s nos perdona. Lo que ocurrió en el pasado y lo que pueda ocurrir en el futuro es completamente irrelevante.

Para que nuestra confesión sirva como expiación, nuestra confesión y nuestro arrepentimiento tienen que ser absolutamente sinceros. No podemos decirnos a nosotros mismos: “Ahora estoy haciendo en forma mecánica lo que hay que hacer en Yom Kipur, confesándome y demás, pero una vez que termine Yom Kipur, voy a retomar la vida “normal”. Para que Yom Kipur efectivamente pueda expiar los pecados cometidos al momento de confesar, no podemos tener estos sentimientos en el corazón. Y aquí es donde entra en escena el otro concepto subyacente en nuestro Día del Perdón anual.

En el mundo frenético en el que vivimos, en que tantos de nosotros ni siquiera tenemos tiempo para pasar con la familia, casi no queda tiempo para la introspección. Por eso, podemos decir sin temor a equivocarnos que vivimos la vida sin ninguna clase de control. Rara vez, tenemos la oportunidad de examinar si nos comportamos en forma decente con los demás o si estamos creciendo en términos espirituales.

Una vez al año, en Yom Kipur, nos vemos forzados a enfrentarnos con nuestros demonios interiores. Nos vemos forzados a confrontar nuestras propias faltas y a hacerles frente. Se nos da la oportunidad de sentir lo que es el verdadero arrepentimiento y de tomar decisiones positivas para el año entrante. Esta introspección anual, por lo menos a nivel subconsciente, nos asegura que vivamos una vida responsable. Sabemos que una vez al año vamos a tener que dar cuenta de nuestros actos, no solo ante Di-s, sino también ante nosotros mismos. Por eso, podemos decir que Yom Kipur nos ayuda a no dejarnos llevar por las vicisitudes de la vida hasta el punto de que ya no seamos conscientes de nuestras propias faltas. Yom Kipur garantiza que mantengamos no solo nuestra salud espiritual, sino también nuestra decencia como personas.

No perdamos esta gran oportunidad y asegurémonos de aprovechar al máximo esta celebración anual, reservándonos un lugar no solo en el libro de la vida de Di-s, sino también en el nuestro propio. Porque no olvidemos que finalmente todo está en nuestras manos.