Incluso si se abatieran sobre él meditaciones de pasión u otros pensamientos foráneos durante su servicio [a Di-s] en la Torá o en la plegaria con kavaná (unción), que no les preste atención, y, en lugar de ello, que desvíe su mente de ellos al instante. Ni tampoco sea tan necio como para abocarse a la "sublimación de las midot" del pensamiento foráneo, como se sabe, pues cosas como esas se dijeron sólo a los tzadikím, en quienes no surgen malos pensamientos propios, sino sólo de [las midot de] otros. Pero en cuanto a aquel [beinoní] en quien surge un pensamiento malo propio, del mal que se alberga en el lado izquierdo de su corazón, [sería necio que intentara librarse de él abocándose a la sublimación de las midot, pues,] ¿cómo puede elevarlo [hacia los planos espirituales], cuando él mismo está atado aquí abajo [por su deseo por lo material]?

No obstante, no debe sentirse descorazonado, abatido o despreciable por eso, [porque le surgen pensamientos foráneos,] durante su servicio [a Di-s], que debe realizarse con la máxima alegría. Por el contrario, debería fortalecerse más y agregar intensidad a su determinación con toda su fuerza, para rezar con concentración, con una alegría y regocijo aún mayores, al percatarse de que el pensamiento foráneo que se le ha ocurrido deriva de la kelipá del lado izquierdo del corazón, la que entabla una lucha en el beinoní contra el Alma Divina dentro de él. Se sabe que es el estilo de los combatientes [que intentan destruir uno al otro] y similarmente de los luchadores [que sólo quieren derribar a su contrincante], que cuando predomina uno, el otro entonces también se esfuerza por prevalecer con todos los recursos de su vigor. Por eso, [en la lucha entre el Alma Divina y el Alma Animal,] cuando el Alma Divina se esfuerza y ejerce todo su vigor para orar, también la kelipá junta fuerzas para contrarrestarla, para confundirla y derribarla por medio de un pensamiento foráneo propio.