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Tehilim Diario

Capítulos 29-34

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Capítulo 29
En éste se menciona veces el Nombre de Dios; los Sabios instauraron en consonancia las " bendiciones" (Shemoné Esré). Todo el Salmo puede interpretarse como alusión a la Entrega de la Torá y la Reunión de los Dispersos.

De David: Rendid a Adonái, hijos de los poderosos, rendid a Adonái honor y fortaleza. Rendid a Adonái el honor debido a Su Nombre; prosternaos ante Adonái con resplandeciente santidad. La voz de Adonái está sobre las aguas, el Dios de gloria truena; Adonái está sobre las poderosas aguas. La voz de Adonái resuena con poderío; la voz de Adonái resuena con majestad. La voz de Adonái rompe cedros; Adonái quiebra los cedros del Líbano. Los hace saltar como un becerro; al Líbano y al Sirión como cría de buey salvaje. La voz de Adonái hace estallar llamas de fuego. La voz de Adonái hace temblar el desierto; Adonái hace que el desierto de Kadésh tiemble. La voz de Adonái hace parir a las ciervas, y deja a los bosques desnudos; y en Su Santuario todos proclaman Su gloria. Adonái se entronó [como Rey] en el Diluvio; Adonái se entronará como Rey para siempre. Adonái dará fortaleza a Su pueblo; Adonái bendecirá a Su Pueblo con paz.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 30
No debes angustiarte si Dios te envía sufrimientos en Este Mundo; sólo ellos permiten ingresar al Mundo Venidero. Incluso el de altura espiritual no debe creer que éste está garantizado; todo está en dominio de Dios.

Cántico para la dedicación de la Casa, por David: Te ensalzo, Adonái, porque me has elevado, y no has permitido a mis enemigos alegrarse por mi causa. Adonái, mi Dios, clamé a Ti, y me has curado. Adonái, hiciste subir del Sheól mi alma, me diste vida para que no descendiese al pozo. Cantad a Adonái, vosotros, Sus piadosos, y alabad Su santo Nombre. Porque Su ira dura sólo un momento, cuando El es conciliado hay vida [larga]; cuando uno se retira por la noche llorando, por la mañana sobrevendrá la alegría. En mi seguridad pensé que no vacilaría nunca. Adonái, con Tu favor has hecho que mi monte se yerga fuerte; cuando ocultaste Tu rostro, quedé conturbado. A Ti, Adonái, clamé, y a Adonái supliqué: ¿Qué provecho hay en mi muerte, en mi descenso a la tumba? ¿Acaso Te puede alabar el polvo? ¿Puede proclamar Tu verdad? Oye, Adonái, y agráciame; Adonái, sé mi ayuda. Tú has convertido mi duelo en danza, has desatado [las cuerdas de] mi cilicio y me has ceñido de alegría. Por ello mi alma cantará a Ti y no callará; Adonái mi Dios, Te alabaré por siempre.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 31
Compuesto por David en su pobreza y aflicción, huyendo de Shaúl y depositando su fe en Dios, este Salmo enseñan a confiar únicamente en El.

Para el Director del Coro, un Salmo por David: En Ti, Adonái, me refugié; no me dejes ser avergonzado, jamás. En Tú rectitud, bríndame redención. Inclina hacia mí Tu oído; rápidamente libérame, sé para mí una roca poderosa, una fortaleza para salvarme. Pues Tú eres mi Roca y mi fortaleza; en consideración a Tu nombre, guíame y condúceme. Sácame de esa red que ellos ocultaron para mí, pues Tú eres mi baluarte. En Tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me redimirás, Adonái, Dios de verdad. Desprecio a quienes aguardan vanidades sin valor. En cuanto a mí, en Adonái confío. Me alegraré y regocijaré en Tu benevolencia, pues has observado mi angustia. Tú conoces los tormentos de mi alma. Y no me entregaste en mano del enemigo; afirmaste mis pies en la amplitud. Muéstrame gracia, Adonái, pues estoy afligido, turbados están mis ojos en cólera, mi alma y mi vientre. Pues mi vida languidece en aflicción, y mis años en suspiro. A causa de mi iniquidad falló mi fuerza, mis huesos se consumen. Me torné en insulto para todos mis atormentadores y demás estuve para mis vecinos; miedo para los que me conocen; quienes ven mi apariencia huyen de mí. Fui olvidado como el muerto [lo es] del corazón, fui como un recipiente perdido. Pues oí la complicidad de la multitud, el terror en derredor. Cuando conciliaron contra mí, tramando quitarme la vida. Pero yo, en Ti confié, Adonái. Dije: "Tú eres mi Dios". En tus manos están mis tiempos, líbrame de manos de mis adversarios y perseguidores. Haz brillar Tu semblante sobre Tu siervo; sálvame en Tu benevolencia. Adonái, no permitas que yo sea avergonzado por haber clamado a Ti. Que los perversos se avergüencen, silenciados en el sheól. Que ellos sean silenciados — aquellos labios mentirosos, aquellos que hablan falsedades de los justos, con arrogancia y desdén. Cuán abundante es Tu bondad, la que reservaste para quienes Te temen, la que realizaste para quienes se cobijan en Ti en presencia de los hombres. Protégenos, cuando Tu presencia está oculta, de las pandillas de hombres perversos. Bendito sea Adonái, porque El ha sido maravillosamente benévolo conmigo en una ciudad sitiada. Yo, en mi pánico, dije: "¡Fui excluido de Tu visión!" En verdad, sin embargo, Tú escuchaste la voz de mis ruegos cuando clamé a Ti. Amad a Adonái, todos Sus devotos. Los fidedignos, Adonái los protege. Pero retribuye con precisión al que actúa con arrogancia. Sean fuertes, envalentonen sus corazones, los que aguardan a Adonái.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 32
En este Salmo se habla del perdón por el pecado. Dichoso el hombre que se arrepiente y se confiesa ante Dios de todo corazón.

Por David, un Maskíl: Dichoso aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado cubierto. Dichoso el hombre a quien Adonái no le considera iniquidad y cuyo espíritu no tiene falacia. Cuando mantuve silencio, mis huesos se desvanecían por mi gemido angustioso todo el día. Pues día y noche Tu mano pesaba sobre mí, mi verdor se transformó por la sequedad del verano, sela. Mi pecado Te di a conocer, no cubrí mi transgresión. Dije: "Confesaré mis iniquidades a Adonái", mas Tú perdonaste mi pecado perverso. Por eso, que todo devoto rece a Ti, en un momento más accesible, que las poderosas aguas del diluvio no lo alcancen. Tú eres un refugio para mí; protégeme de la aflicción; rodéame por siempre de cánticos de salvación. Yo te haré sabio y te iluminaré en la senda ésta por la que marcharás; te aconsejaré con mi ojo. No seáis incomprensivos como un caballo o una mula, frenados con cabestro y brida cuando se los engalana para mantenerlos apartados de ti. Protégenos de las malas acciones y de los malos momentos que podrían sobrevenir en el mundo. Mas Aquel que confía en Adonái, estará rodeado de bondad. Alégrense en Adonái y regocíjense, justos. Hagan cantar a todos los de corazón recto.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

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Derechos Reservados.

Capítulo 33
Este Salmo enseña a justos a alabar a Dios. Pues cuanto más Torá se sabe, tanto más se Lo alabará, conociendo Su grandeza.

Cantad jubilosamente a Adonái, vosotros los justos; corresponde a los rectos ofrecer alabanza. Ensalzad a Adonái con arpa; cantadle con lira de diez cuerdas. Cantadle una nueva canción; tañed diestramente sonidos de júbilo. Pues la palabra de Adonái es justa; todas Sus obras son hechas con fidelidad. El ama la rectitud y la justicia; la bondad de Adonái llena la tierra. Por la palabra de Adonái fueron hechos los cielos, y por el aliento de Su boca todas sus huestes. El reúne las aguas del mar cual montículo; El aloja los abismos en bóvedas. Toda la tierra tema a Adonái; todos los habitantes del mundo tiemblen ante El. Porque El habló, y fue; El ordenó, y perduró. Adonái ha anulado el consejo de naciones; El ha desbaratado los ardides de pueblos. El consejo de Adonái perdura eternamente; los pensamientos de Su corazón durante todas las generaciones. Afortunada es la nación cuyo Dios es Adonái, el pueblo que El eligió como patrimonio para Sí. Adonái mira desde el cielo; El contempla a toda la humanidad. Desde Su morada El observa atentamente a todos los habitantes de la tierra. Es El quien forma los corazones de todos ellos, quien percibe todas sus acciones. Un rey no es salvado merced a un gran ejército; un guerrero no es rescatado merced a la gran fuerza. Un corcel es una falsa garantía de victoria; con todo su gran vigor no concede la fuga. Mas el ojo de Adonái está dirigido hacia aquellos que Le temen, hacia aquellos que esperan Su bondad; para salvar su alma de la muerte y para sostenerlos durante épocas de hambre. Nuestra alma anhela a Adonái; El es nuestra ayuda y nuestro escudo. Pues en El se alegrará nuestro corazón, por cuanto hemos confiado en Su santo Nombre. Esté Tu bondad, Adonái, sobre nosotros, así como hemos depositado nuestra esperanza en Ti.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Capítulo 34
En el palacio de Ajish --hermano de Goliat-- David simuló demencia; salivó su barba y escribió sobre las puertas: "Ajish me debe . monedas"; éste lo echó, y así se salvó. Jubiloso, compuso este Salmo en secuencia alfabética.

Por David, cuando fingió locura ante Avimélej, quien entonces lo expulsó, y él se fue: Bendigo a Adonái en todo momento; Su alabanza está siempre en mi boca. Mi alma se glorifica en Adonái; que los humildes lo oigan y se alegren. Exaltad a Adonái conmigo, y ensalcemos Su Nombre juntos. Busqué a Adonái y El me respondió, y me libró de todos mis temores. Quienes Lo contemplan están radiantes; sus rostros jamás son humillados. Este pobre clamó, y Adonái oyó, y de todas sus tribulaciones lo libró. El ángel de Adonái asienta campamento en torno de quienes Le temen y los salva. Probad y ved que Adonái es bueno; feliz el hombre que confía en El. Temed a Adonái vosotros, Sus sagrados, pues quienes Le temen no carecen de nada. Los leoncillos padecen necesidad y sufren hambre, mas a quienes buscan a Adonái no ha de faltarles bien alguno. Venid, hijos, escuchadme; os enseñaré a temer a Adonái. ¿Quién es el hombre que desea vida, que ama una larga vida en la que vea el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engañosamente. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y persíguela. Los ojos de Adonái están dirigidos hacia los justos, y Sus oídos [atentos] a su clamor. La ira de Adonái está sobre los que hacen el mal para extirpar su recuerdo de la tierra. Mas cuando ellos [se arrepienten y] claman, Adonái oye, y los salva de todas sus aflicciones. Próximo está Adonái a los de corazón quebrantado, y libera a aquellos de espíritu contrito. Muchas son las aflicciones del justo, pero Adonái lo rescata de todas ellas. Protege todos sus huesos, ninguno de ellos es quebrado. El mal causa la muerte del malvado, y los enemigos del justo están condenados. Salva Adonái el alma de Sus servidores, y todos los que en El se amparan no son condenados.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

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Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.
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