Nuestra Parshá relata que cuando Moshé y Aharón se disponían a ir del Faraón, Di-s le dijo a Moshé que si el Faraón les solicitara "muestra una maravilla" deberá indicarle a Aharón tirar su bastón frente al Faraón, y el cayado se convertirá en una serpiente. Aharón hizo exactamente eso, pero el Faraón llamó a sus sabios y hechiceros y también ellos lanzaron cada uno su bastón "y se convirtieron en serpientes". Pero finalmente "devoró el bastón de Aharón a sus bastones".

Todo este episodio de lanzar los bastones y transformarlos en serpientes requiere explicación. Pero ante todo, debemos entender lo ocurrido con el milagro de que los bastones de los hechiceros fueron tragados por el bastón de Aharón -¿Cómo surge este milagro que ni siquiera es mencionado por el Altísimo al hablar con Moshé?

La Visión Egipcia

De la descripción de la Torá de los hechos se ve que las maravillas y plagas no tuvieron como único fin castigar a Egipto, sino que apuntaban a quebrar el antagonismo de los egipcios hacia Hashem. En las enseñanzas Jasídicas se explica, que la visión del mundo imperante en Egipto era que el Altísimo no tiene influencia ni dominio sobre la realidad actual de la existencia. Sostenían, que una vez creado, el Universo dependía de manera absoluta de las fuerzas de la naturaleza, y no de Di-s.

Hashem quebró este pensamiento por medio de las plagas. Cada una de ellas destruyó un aspecto específico de la ideología egipcia. Como prólogo general a las plagas y a los conceptos que expresaban, vino el milagro de tragar a los bastones.

La Nulidad de la Impureza

Aharón simboliza en esta puja el lado de la santidad y su bastón representa la fuerza Divina que emana de la santidad. La serpiente simbolizaba a Egipto, como está escrito: "Egipto, el gran tanim (un tipo de serpiente) que se recuesta en sus arroyos". Con el hecho de que el bastón se transformó en serpiente, Aharón le demostró al Faraón, que la misma existencia de la serpiente proviene del bastón, o sea que todo lo que es Egipto en realidad emana de la santidad, (y no posee existencia propia).

Fue el Faraón y convocó a sus sabios y hechiceros, los que presentaron una posición opuesta, mostrando que sus propios bastones se convertían en serpientes. Con eso replicaron que Egipto posee fuentes propias de poder y no depende sólo de la santidad.

Dominio Total

A eso respondió el Altísimo con el hecho de que "y devoró el bastón de Aharón a sus bastones". Con esto Hashem les dejó en claro, que todas las fuentes de fuerza de la "sitrá ajará" -el otro lado (el opuesto a la santidad y Divinidad) son sólo una ilusión, pero no poseen sustancia y existencia verdadera frente a la santidad.

Con esto Di-s mostró al Faraón y sus filósofos, que no poseen fuerza propia alguna y que el dominio absoluto del Altísimo se extiende también sobre ellos. Ésta fue la introducción que generó un quiebre general del eje central de la cosmovisión egipcia, a continuación vinieron las diez plagas que destruyeron uno a uno los diez niveles que había en la impureza egipcia.

Devorar – pero sin Enojo

De los detalles del relato de la Torá podemos aprender varias reglas en el servicio al Altísimo. Cuando uno se aproxima al semejante, hay que hacerlo en un espíritu de amor y fraternidad. Así acostumbraba Aharón: "ama la paz y persigue la paz, ama a las criaturas y las acerca a la Torá". Sin embargo, en la labor educativa a veces uno se topa con alguien que se encuentra en un nivel muy bajo, al punto que no hay más remedio que quebrar la maldad haciendo uso de la fuerza. Debe recordarse, que también esto ha de hacerse con "el bastón de Aharón"- con verdadero amor al prójimo, y no debe permitirse que se mezclen en ello las tendencias maliciosas personales.

Además: cuando hay necesidad de "devorar" a la consistencia (negativa) del prójimo, debe hacerse esto con el bastón y no con la serpiente. La diferencia entre el bastón y la serpiente es, que el bastón representa frialdad, auto-contención, mientras que la serpiente expresa la cólera y la alteración. Es decir, debe eliminarse la maldad del educando con tranquilidad, sin enojo ni pasión, sin mezclar los sentimientos personales de bronca, tal como uno fuera un seco bastón.

(Likutei Sijot 26 Pág. 49)