Rivka no podía tener hijos, era estéril, como lo fue Sara en un principio. Así que tanto ella como Itsjak le pidieron a Dios que la situación cambiara. Rivka quedó entonces embarazada de gemelos. Entonces empezó a sentir como, aun estando en la panza, ya peleaban entre ellos. Cuando nacieron, el primero en salir estaba todo rojo y cubierto de pelo, y le llamaron Esav. El segundo en salir estaba agarrado de su tobillo, así que le llamaron Yaacov, ya que “ekev” quiere decir tobillo.
A Esav le gustaba salir al campo de cacería, mientras Yaacov era un muchacho tranquilo que gustaba pasar su tiempo en la tienda de campaña, estudiando. Esav adulaba todo el tiempo a Itsjak trayéndole la mejor carne de lo que cazaba y los mejores vinos de tomar. Así que Itsjak lo amaba especialmente, mientras que Rivka amaba a Yaacov.
Tal vez recuerdes que Adam tenía un vestido muy valioso con dibujos de animales y que esa ropa había llegado a manos de Nimrod. Pues bien, Esav robó el manto. Hay otra tradición que dice que no solo lo robó, sino que también mató a Nimrod y huyó. Los dibujos del manto eran tan llamativos que cuando Esav salía al campo vestido con él los animales se le acercaban, pensando que lo que veían en la ropa eran otros animales como ellos. Cuando estaban suficientemente cerca, Esav los mataba.
En esos tiempos la gente ofrecía a Dios una porción de sus alimentos, de esta forma agradecían por lo recibido y era también como si compartieran la comida con El, como si Dios mismo estuviera sentado en donde los hombres se alimentaban. El hijo mayor tenía el honor de ofrecer los sacrificios. Yaacov estaba preocupado porque Esav era un malvado, pensaba que no debía ser él quien diera los sacrificios.
Un día llegó Esav agotado y vio que Yaacov estaba cocinando un guiso de lentejas. Le dijo entonces:
-dame de esa cosa roja
-Te doy si a cambio de ella me das los derechos que tiene el hermano mayor
Esav pensó entonces:
-Los sirvientes de Nimrod me persiguen y algún día me encontrarán y me matarán. Si en cualquier momento voy a morir ¿Para que me sirve ser el primogénito? Mejor disfruto de la vida ahora.
Esav aceptó entonces el trato y le vendió entonces la primogenitura a su hermano Yaacov. De esta manera, Yaacov pasó a ser el responsable de los sacrificios.
La bendición de Yaacov
Cuando Itsjak tenía ciento veintitrés años su vista dejó de funcionar bien, era como si tuviera nubes frente a los ojos que le taparan lo que había enfrente de él. Una historia cuenta que muchos años antes, cuando estaba amarrado para que su padre lo sacrificara, los ángeles comenzaron a llorar por él. Las lágrimas cayeron en sus ojos y los enfermaron. Estos se empezaron a dañar, hasta que, cuando ya era viejo, se le hizo difícil ver. Otra historia cuenta que Esav era muy malo, pero como quería mucho a Itsjak, trataba que su padre no se enterara de sus maldades. Como le llevaba regalos y lo trataba con respeto, Istjak no se enteraba de nada. Con el paso del tiempo la gente estaba cada vez más molesta con Esav, y cuando iba por la calle hablaban de él y lo señalaban, decían: “ten cuidado, aléjate de ese malvado”. Si Itsjak hubiera salido a pasear en esos momentos, Itsjak se hubiera dado cuenta de las cosas que hacía su hijo y de cómo la gente lo odiaba. Esto le hubiera causado una enorme tristeza. Entonces Dios hizo que Itsjak se quedara ciego para que no pudiera salir de su casa y no tuviera que sufrir por ello.
Itsjak dijo: “Ya estoy viejo, no sé cuando voy a morir”. Entonces llamó a Esav y le dijo: “Recoge tus armas, tu espada y tu arco y sal al campo a cazar. Prepárame unos ricos manjares de los que me gustan, para que te de una bendición antes de morir”. Rivka escuchó lo que Itsjak habló con Esav, entonces llamó a Yaacov y se lo contó. Después le dijo:
-Tráeme dos corderitos para que prepare un guiso de los que le gustan a tu papá. Tú se lo llevarás antes de que regrese tu hermano para que te bendiga.
-Pero-contestó Yaacov- mi hermano es peludo y yo no tengo vellos en el cuerpo, tal vez mi padre me toque los brazos y se de cuenta que soy Yaacov, y si piensa que lo estoy engañando me va a maldecir en lugar de bendecirme.
-Si te llega a maldecir, que lo que diga tu padre caiga sobre mí, pero si te bendice la bendición será para ti. Ahora obedéceme y haz lo que te digo.
Yaacov lloró de vergüenza y de temor y cumplió con la orden que le dio su madre. Trajo a los dos corderos y su madre preparó los deliciosos manjares. Rivka tomó entonces la ropa de Esav y se la puso a Yaacov, y cubrió sus manos y su cuello con pieles de animales, para que si Itsjak lo tocaba sintiera el pelo de la piel y pensara que se encontraba frente a Esav. Le dio la comida a Yaacov quien se la llevó a su padre. Dijo:
-Papá
- Aquí estoy, quien eres tú?
-Soy yo, Esav tu primogénito, hice lo que me pediste, come lo que preparé para ti, para que tu alma me bendiga.
-¿Cómo lo hiciste tan rápido?
-Porque Dios así lo quiso.
Itsjak dijo entonces:
-Acércate hijo mío para que te toque, para que me de cuenta si eres mi hijo Esav o no.
Yaacov se acercó. Itsjak tocó las pieles que cubrían las manos de Yaacov y dijo:
-La voz es de Yaacov, pero las manos son las manos de Esav.
Al sentir las pieles peludas, Itsjak pensó que estaba frente a Esav. Le dio un beso a Yaacov y bendijo a Yaacov: En ese momento Itsjak mismo empezó a no entender lo que decía, porque Dios mismo puso las palabras en su boca. En las bendiciones le habló a Yaacov acerca de diez cosas buenas que le pasarían en el futuro; a él y a sus descendientes. Inmediatamente después de salir Yaacov de la habitación de su padre llegó Esav con lo que había cazado y le dijo:
-Levántate, padre mío, y come de lo que cacé para que me bendiga tu alma. Itsjak le preguntó:
-¿Quién eres tú?
-Soy Esav, tu primogénito.
Itsjak se asustó entonces, porque pensó “A quien le di entonces mi bendición? Ya lo bendije y, por lo tanto, lo que salió de mi boca se va a cumplir”. Esav comenzó a llorar y le dijo:
-Padre, bendíceme a mí también
-Vino tu hermano con engaños y tomó tu bendición
-Ya me engañó dos veces, primero tomó la primogenitura y ahora la bendición que me tocaba. ¿Acaso no guardaste para mí aunque sea una pequeña bendición?
-Entre las cosas que le dije es que iba a ser amo de su hermano, ¿Cómo te podré ahora bendecir?
Le dijo entonces Esav a su padre:
-¿Pero acaso solo tienes una bendición? Bendíceme por favor.
Esav levantó más su voz y lloró. Entonces Itsjak le dijo:
-Vas a vivir en una tierra muy fértil, en la que crecen muy bien las plantas y cae rocío del cielo. Vas a vivir gracias a tu espada, pero vas a servir a tu hermano. Pero cuando te rebeles te vas a liberar de él.
Como Esav vivió usando la espada en la guerra, se dice que todos los grandes emperadores han imitado a Esav. Y como todavía el día de hoy dominan los gobiernos por las armas, se dice que aun vivimos bajo el reino de Esav y así va a continuar hasta que Dios nos envíe al Mesías, que en hebreo quiere decir “rey” y se acaben las guerras. Cuando se acabe el reinado de Esav, incluso la oveja podrá comer pasto pacíficamente junto al león y la gente va a convertir todas las armas en arados y en instrumentos de trabajo.
Esav odió a Yaacov por la bendición que recibió de su padre Itsjak y pensó. No falta mucho para que mi padre muera y entonces mataré a Yaacov”. Esav no le contó a nadie sus planes, pero Dios, que conoce todos los pensamientos, se lo contó a Rivka. Esta le dijo a Yaacov:
-Tu hermano Esav está planeando matarte, así que vete hasta Jaran, en donde vive mi hermano Labán y vete para allá por un tiempo hasta que Esav deje de estar enojado contigo, entonces yo voy a mandar a alguien por ti para que regreses. No quiero que te quedes aquí. Si Esav te mata lo condenarán a muerte y el también morirá, si te defiendes y tu lo matas, sus hijos se vengarán y te matarán. Entonces yo perdería a mis dos hijos. Así que vete con mi hermano.
Después Itsjak mandó llamar a Yaacov y le dijo:
-Vete a Jarán con Laban, el hermano de tu mamá y cásate con alguna de sus hijas. Que Dios te muchas cosas y muchos hijos y que muchos pueblos unidos desciendan de ti. Y que la bendición que Dios le dio a Abraham mi padre sea para ti, para que la tierra en la que vivimos sea tuya.
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