En la Parashá de esta semana, Behar, aprendemos mitzvot muy importantes que se aplican en la Tierra de Israel.

La primera es la shemitá. Así como el séptimo día de la semana es el Shabat, cada séptimo año es un Shabat para la tierra, que es cuando esta “descansa”. Esto significa que durante seis años los agricultores pueden trabajar la tierra, sembrando semillas para que crezcan cultivos, podando las plantas para ayudarlas a crecer mejor y cosechando los frutos y las verduras para poder venderlos y enriquecerse. Pero el séptimo año, el año de shemitá, hay que dejar descansar la tierra. No se puede cultivar ni cosechar, pero todo lo que crezca está permitido tomarlo y disfrutarlo libremente.

Tras siete ciclos de shemitá, el quincuagésimo año (7 x 7 = 49; el año que sigue al 49.º, o sea, el 50.º) se llama iovel o jubileo. También es un año de descanso para la tierra, pero además de eso, todos los siervos son liberados, y todas las propiedades retornan a su dueño original. Esto significa que siempre que alguien compra un lote de tierra, sabe que lo poseerá hasta el año de iovel, año en que el terreno volverá a su dueño original.

Más adelante, la Torá nos dice que no debemos preocuparnos pensando que no tendremos suficiente comida durante el año de shemitá y el que le sigue, a pesar de que no podemos cultivar ni cosechar. Porque Di-s promete que el año anterior a la shemitá –el sexto año– va a haber una producción suficiente para tres años enteros: el sexto año, el año de shemitá y el que le sigue, en el que no va a crecer nada, debido a que durante la shemitá no se plantó nada.

En esta Parashá, también aprendemos que está prohibido cobrarle interés a un judío. Esto significa que cuando le prestamos dinero a alguien, no podemos recibir un poco más de dinero como un regalo de agradecimiento por haberle hecho el favor de prestarle. Así, todos los préstamos deben ser sin interés: la otra persona tiene que devolver exactamente la misma cantidad de dinero que uno le prestó.