El nombre de la sección semanal es Behar – “en el monte”. Un nombre así despierta una pregunta: el versículo de donde surge el nombre Behar dice “Behar Sinaí” – en el Monte Sinaí – por lo cual la parashá debería llamarse “Sinaí” o, por lo menos, “Behar Sinaí”, pero, ¿qué sentido tiene decir “en el monte” cuando no se especifica en qué monte?
La pregunta es más fuerte aún cuando analizamos el significado espiritual del Monte Sinaí: nuestros sabios enseñan que el Monte Sinaí fue elegido para entregar sobre él la Torá porque es el más bajo de todos los montes. La combinación de palabras “Monte” y “Sinaí” contiene las ideas de elevación “Monte” y auto anulación “Sinaí” (la palabra Sinaí está relacionada en su fuente con la palabra sné - la zarza – que es el árbol más bajo del mundo) Es decir, el significado de la combinación de las palabras “Monte Sinaí” es que se requiere de la persona que tenga fortaleza y elevación y, a su vez, ser humilde e insignificante ante sus propios ojos. Siendo así, ¿cómo dejamos del nombre de la parashá la mitad del concepto? La parashá se llama Behar – en el monte – indicando la idea de elevación y deja a fuera la palabra “Sinaí” que simboliza la humildad.
Para entender esta pregunta debemos comprender primero el significado de la humildad. El concepto de la “pequeñez del hombre” surge del reconocimiento de la “grandeza de Di-s”. El hombre experimenta ser insignificante frente a Di-s cuando siente que Di-s es la única verdadera existencia.
De este reconocimiento nace una auto anulación tan profunda hasta el punto en que el hombre ni siquiera siente que se esta anulando. El hecho mismo de que la persona siente su anulación al Todopoderoso testifica que existe también un sentimiento de la propia existencia que se encuentra anulada a Di-s. Sin embargo, cuando la persona llega al nivel de auto anulación verdadero, no siente la existencia propia, sentimiento que incluye tampoco ser conciente de la propia auto anulación, sino que sólo siente a Di-s.
Este concepto también encuentra su expresión en la halajá – la ley judía - en la diferencia entre un enviado “shelíaj y un sirviente: “el enviado de una persona es como la persona misma”. Sin embargo, esto se aplica sólo en lo referente a la misión específica confiada en el enviado, no a otros asuntos; por el contrario, un sirviente no tiene existencia propia en absoluto. La existencia del sirviente es la de su amo, por lo cual “aquello que adquiere un sirviente, lo adquiere [automáticamente] su amo”.
Este es el significado espiritual del nombre de nuestra parashá “Behar”: elevación que surge de la absoluta anulación hacia Di-s. El judío se entrega tan profundamente a Di-s que ni siquiera siente su anulación, al punto que toda su existencia es ser una herramienta en manos de Di-s.
Al comienzo del servicio Divino del judío se exige de él el paso de la elevación (“Monte”), sólo después llega el sentimiento de que toda su existencia es Di-s, por lo que no es necesaria una acción de auto anulación, sino que ésta ocurre automáticamente.
Adaptado de Shulján Shabat.
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