Pregunta:
Rabino Moss, le comento que me volvió a pasar. Me enamoré de una chica no judía. Usted sabe que he estado tratando de conocer chicas judías pero, sencillamente, no me llevo bien con ellas. Odio tener que expresarlo de esta manera, pero siento que les tengo alergia a las mujeres judías. Me parece que cuanto más decidido estoy a casarme con una judía, las chicas no judías más fantásticas se me ponen en el camino. No soy religioso, pero querría que mis hijos fueran judíos y poder llegar a formar una familia judía. ¿Cuánto más puedo esperar? ¿Quizás D-os me está sugiriendo que deba casarme fuera de la fe?
Rabino, Usted no me parece ser el tipo de persona que apoye los matrimonios interreligiosos. Sin embargo, me consta que Usted es una persona honesta. En mi caso ¿podría decirme si debo empezar a pensar en un matrimonio mixto?
Ben S.
Respuesta:
Creo que desde cierto punto de vista, podrías estar en lo cierto. Cuanto más decidido estás a casarte dentro de la religión judía, más fantásticas te parecen las chicas no judías. Déjame explicarte.
¿Alguna vez te llamó la atención lo fácil que es sentirse atraído por una estrella de cine, o por un extraño que ves en la calle? ¿O lo fácil que es enamorarse de alguien que no está "disponible", por ejemplo, la pareja de tu amigo? Y, ¿por qué será así?
Porque el amor necesita de un corazón abierto. Si tu corazón no está abierto, entonces hasta la persona más atractiva y adecuada no tendrá ninguna posibilidad; es en el momento que abres tu corazón que estarás pronto para el amor.
¿Cuál es el secreto de abrir nuestros corazones? ¿Cuál será el motivo que hace que nos cerremos? Hay muchas posibilidades, pero el obstáculo número uno para el amor es el miedo. Un corazón agobiado por el temor no puede amar. Hay muchas formas de miedo. Miedo del matrimonio, del compromiso, de tomar una decisión, de cometer un error, frente al cambio, por la responsabilidad, de perder la libertad, de abrirnos al otro. En mayor o menor grado todos sentimos estos temores y, cuando emergen, paralizan nuestro corazón e impiden que ningún tipo de amor fluya a través nuestro. Enamorarse implica primero abandonar el temor ya que el miedo y el amor no pueden coexistir.
El problema es que estos miedos aparecen precisamente cuando nos encontramos con alguien con quien potencialmente podríamos formalizar una relación. Cuando sabemos -o creemos saber- que nada serio saldrá de esa cita, que no hay posibilidades que esta relación llegue a nada, entonces nuestros temores no salen a la superficie. Pero cuando sentimos que "esta persona podría ser la indicada", es que todos los temores surgen de golpe.
Pienso que acá está la solución a tu problema con las chicas no judías. Tomaste una firme decisión: te quieres casar con una chica judía. Por lo tanto, colocaste a todas las chicas no judías fuera de alcance.
Con esta decisión has hecho que inmediatamente parezcan ser doblemente atractivas. Precisamente porque las ves como algo tabú, no tienes nada que temer de ellas y por lo tanto, si llegaras a empezar una relación "por divertirte", podrías fácilmente llegar a enamorarte.
Pero de pronto, cuando te tropiezas precisamente con lo que tú estás buscando -una preciosa chica judía- levantas una pared defensiva alrededor de tu corazón. En el mismo minuto en que sientes que algo verdadero podría surgir de esta relación que tiene un auténtico potencial para un compromiso que dure toda la vida, se te va el entusiasmo.
No hay nada que esta pobre chica pueda hacer porque el problema no es ella, eres tú. Tus temores han hecho que te cierres definitivamente.
Quizás esté equivocado, quizás todas las chicas judías sean poco interesantes. Puede ser que si creces comiendo bolitas de matzá te vuelvas poco atractiva y aburrida. Pero Ben, conociéndote ya desde hace algún tiempo y sabiendo a cuántas chicas judías rechazaste, creo que puedo estar sobre la pista.
Querido Ben, encara tus temores y ábrele tu corazón a tu verdadera alma gemela. Ella te está esperando.
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