Poco después que Rabí Mendel de Horodok (1730- 1788) llegara a la Tierra Santa, sucedió que un hombre subió al Monte de los Olivos e hizo sonar el shofar. Rápidamente corrió el rumor que el sonido de ese shofar anunciaba la llegada del Mashíaj. Cuando Rabi Mendel oyó esto, abrió las ventanas de par en par y olió el aire. Luego cerró tristemente las ventanas y dijo, "No huelo al Mashíaj."

Al relatar esta historia, los Jasidim se preguntaban: ¿Por qué Rabí Mendel necesitó oler el aire exterior para saber si había llegado el Mashíaj? ¿Por qué no podía oler el aire en su propia habitación? Y solían explicar: Rabí Mendel olía el aire para determinar si contenía el aroma de la era mesiánica, si la revelada manifestación Divina estaba presente. ¡Por lo tanto debía oler el aire exterior, ya que dentro de su habitación la revelación Divina ya estaba presente!

La Orden Invertida

Esta historia sirve para aclarar un intercambio, registrado en el Talmud, entre Moisés y Betzalel, el principal arquitecto de Moisés en la construcción del Tabernáculo. Moisés convoco a Betzalel y retransmitió las instrucciones de Di-s acerca de la construcción del Tabernáculo (el santuario móvil construido por los Hijos de Israel en el desierto de Sinaí). Primero le dio las medidas de los recipientes sagrados que se utilizarían en el Tabernáculo, y luego las dimensiones del Tabernáculo en sí mismo.

Betzalel, el arquitecto del proyecto, se opuso a la orden. "Como regla" discutió, "una persona primero construye la residencia y luego hace sus muebles". Moisés admitió que estaba en lo correcto y proclamo: "Realmente, estás bajo la sombra de Di-s y comprendes su intención". (El nombre Betzalel se compone de dos palabras hebreas, b'tzel EL, que significan "en la sombra de Di-s.")

Di-s y el Pueblo

¿Cuál es la razón subyacente de las diversas perspectivas sobre el orden de la construcción del Tabernáculo expresado por Moisés y Betzalel?

El propósito del Tabernáculo, y el Templo que le sucedió, era establecer una morada para Di-s dentro del espacio físico de nuestro mundo.

Cuando Di-s descendió sobre el Monte Sinaí, su presencia fue abrumadora y la gente no pudo soportar la intensidad de la revelación. Fueron físicamente arrojados de la montaña y Di-s tuvo que enviar ángeles para traerlos de vuelta. Sus almas expiraron por la intensidad espiritual y Di-s las hizo volver a la vida.

Después de la experiencia de Sinaí, quedó claro que la gente no podía ser expuesta a una revelación directa de la presencia de Di-s. Entonces Él les ordenó construir un compartimiento especial, en donde manifestaría Su presencia sin restricción. Solamente los dignos, tal como el Sumo Sacerdote, tendrían acceso a este compartimiento sagrado; pero el aura de santidad afectaría a los de afuera.

Transformación Gradual

Fuera del compartimiento era imposible tolerar una revelación directa la Divinidad. Sin embargo, con esfuerzo y tenacidad, era posible con el tiempo la revelación. Según nuestros profetas, esto será logrado en la era mesiánica en la que habrá una revelación directa de Di-s en todo el mundo.

Esto es posible mediante el estudio diligente de la Torá y el cumplimiento de sus mandamientos. Cada vez que se estudia Torá, una mini revelación, similar a la del monte Sinaí, ocurre. Cada objeto utilizado en el cumplimiento de una Mitzvá es envuelto por una oleada de Divinidad, similar a la del Tabernáculo.

Esta dosis regular de Divinidad purifica gradualmente nuestro ambiente mundano y revela la esencia de Di-s. Nos estamos acercando a la utopía de la revelación manifiesta de la era mesiánica.

Cuando Di-s ordeno construir el Tabernáculo, él previó esta utopía. Él anticipó un día en el que la Divinidad dentro del compartimiento sagrado se ampliaría para envolver la nación entera y el ojo humano vería a Di-s y no sería agobiado por la experiencia.

Visión y Realidad

Moisés, hombre de Di-s, previo esta utopía también. Mirando el mundo, él no veía sus imperfecciones y solamente su potencial Divino. Su misión era exponer al mundo "exterior" gradualmente a la Presencia Divina del "interior," y deseaba acelerar el proceso. Construyendo el Arca antes que las paredes que la cubrirían, esperaba ofrecer al "exterior" un saboreo de su capacidad y de tal modo activar su potencial.

Betzalel, el arquitecto, era un realista con la paciencia de un hombre acostumbrado a las metas a largo plazo. El ambiente en el exterior no estaba preparado para recibir la Presencia Divina todavía. Él notó que no era apropiado exponer el Arca Santa al inhóspito "afuera". Harían falta siglos de lento esfuerzo y duro trabajo para hacer esto posible.

Moisés era el visionario; Betzalel el realista. La visión de Moisés inspiró confianza en el proyecto; El realismo de Betzalel lo hizo posible. Oramos para que pronto la visión de Moisés se convierta en la realidad de Betzalel.