La palabra Torá surge de la palabra horaá – enseñanza. Todo en la Torá encierra una enseñanza para el servicio a Di-s de todo judío en todo lugar en todo momento. Parashat Pekudei es la última del Libro de Shmot. Vaikrá es la primera del Libro de Vaikrá.¿Qué podemos aprender de esto?

El final de la sección Pekudei habla sobre la nube causada por la Presencia Divina que cubrió el Mishkán cuando fue terminada su construcción. El concepto simbolizado por la nube es el ocultamiento, como está escrito: “Moshe no podía ingresar en la Tienda del Encuentro porque residía sobre ella la nube”.

La Torá continúa con el Libro de Vaikrá y su primera sección que da nombre al libro. La traducción la palabra Vaikrá es “llamó”, donde Di-s llama a Moshe al Mishkán para transmitirle nuevas leyes de la Torá. El significado de un llamado está relacionado con la revelación, donde el emisor del llamado “se revela” al receptor a través del llamado.

Es sabido que la revelación posterior a un ocultamiento es mucho más poderosa que la revelación por sí misma. Esto puede verse con un ejemplo muy simple: el juego de escondidas entre un padre y su hijo pequeño. El niño disfruta mucho más cuando el padre se revela luego de haberse ocultado que cuando su padre está simplemente junto a él, revelado.

De la misma manera, parashat Vaikrá representa el llamado – la revelación – posterior al ocultamiento de parashat Pekudei – la nube.

Este concepto tiene una aplicación práctica en el servicio del judío hacia su Creador en el concepto de Teshuvá – retorno. Teshuvá es el acercamiento a Di-s – revelación - aplicable luego de que uno se alejó – ocultó – de Él.

También en la Teshuvá existe esa ventaja del acercamiento posterior al alejamiento, como dicen nuestros sabios, que existe un nivel elevado de Teshuvá donde las transgresiones intencionales (que representan el mayor nivel de alejamiento de Di-s) se vuelven méritos a favor de la persona en el juicio final.

Entenderemos esta idea luego de examinar otra frase de nuestros sabios: en el lugar donde los Baalei Teshuvá – los maestros del retorno – se paran, los Tzadikim Gmurim – los justos completos – no pueden pararse.

En la observancia de los preceptos de la Torá hay dos movimientos: los preceptos positivos, que consisten en “hacer algo” y los preceptos negativos, que consisten en “no hacer”. Los Tzadikim no tiene relación alguna con el mal ni con nada que se oponga a la Voluntad Divina, por lo tanto no tienen forma de elevarlo. Por el contrario, los Baalei Teshuvá, aquellos que circunstancialmente tuvieron una relación con el mal, pueden, a través de la Teshuvá, elevar aún aquellas partes del mundo que en un principio se encuentran prohibidas por la Torá.

Esta es la enseñanza de las parashot Pekudei y Vaikrá - ocultamiento y revelación. Cualquiera sea la situación en la que cada uno se encuentra en su observancia de la Torá y las Mitzvot, uno no puede darse por vencido, Di-s libre y guarde, sino que debe saber que a través superar el ocultamiento, puede llegar a una revelación superior aún.

Lo mismo ocurre con las generaciones. Uno puede preguntarse, si las generaciones anteriores, que eran mucho más piadosas y observantes, no pudieron traer la Redención Final: ¿cómo nosotros, en el estado decadente en que nos encontramos lo lograremos?

La respuesta está encerrada en la pregunta misma: cuanto más avanza la noche, tanto más cerca uno se encuentra de la luz de la mañana. Consecuentemente, con el avance de la noche uno tiene más y más sueño. Uno debe fortalecerse para no quedarse dormido y poder ver la luz del alba. La noche representa el exilio. La luz de la mañana la redención. El sueño representa la fuerza del Ietzer HaRá – Inclinación al Mal – que nos seduce para dejar de lado la Torá y sus Mitzvot y “dormirnos” para no ver la luz del alba.