La Parashá de esta semana nos cuenta acerca de la prohibición de trabajar el campo durante el año de Shemitá (sabático).

"Y si se preguntasen: '¿Qué comeremos en el 7º año, ya que no podremos sembrar ni recoger nuestros productos?'. Yo dirigiré Mi bendición a Uds. en el 6º año, de modo que la tierra produzca suficiente cosecha para los tres años. Sembrarán en el 8º año, pero continuarán comiendo la cosecha vieja hasta el 9º año; hasta que esté disponible la cosecha, continuarán comiendo la vieja".1

Muy poca gente puede darse el lujo de abandonar su trabajo sin recibir paga durante un año entero. Podemos imaginarnos que ocurriría si toda una nación decide abandonar sus puestos de trabajo y tomarse vacaciones por un año, tomaría años reestablecer la economía de semejante catástrofe. Huelgas de pequeños grupos de trabajadores, que duran algunos días provocan perdidas de millones de dólares a la economía.

No obstante, esto ocurría. Y regularmente. Una nación basada en la agricultura colectivamente abandonaba sus herramientas de trabajo y se tomaban un "año sabático" cada siete años, ¡y sobrevivían y prosperaban!

Generalmente hablamos de los milagros de la partición del Mar de las Cañas, de las diez plagas en Egipto, o de los milagros del Profeta Elías, pero dejamos de lado esta maravilla que ocurría en la tierra de Israel ¡cada siete años! Durante siglos, la cosecha del sexto año era tan abundante que alcanzaba para alimentarse durante 3 años.

Quizás podemos incluso decir que era mas grande el milagro de la fe de los judíos en

Di-s que el milagro de la abundancia de la cosecha.

Si miramos a la sociedad actual podemos observar que la gente tiende a relegar a Di-s a la sinagoga. Aquellos más piadosos lo dejan entrar en sus vidas personales. Pero muy pocos están dispuestos a dejarlo entrar a sus negocios y chequeras. "Yo oro a Di-s, estudio Torá y cumplo Mitzvot, pero negocios son negocios…". La Tora nos ordena destinar el diezmo de nuestras ganancias a caridad, nos prohíbe prestar con intereses, estafar, malversar y trabajar en Shabat y días festivos, a veces hacemos la vista gorda ante estos mandatos bíblicos para aumentar nuestras ganancias.

Shemitá, el año sabático, nos enseña que no somos débiles por naturaleza, tenemos la capacidad de confiar en Di-s. Y Él tiene la facultad de recompensar a quienes confían en Él. Él declara, "¿Mi mano es muy corta para redimir o no tengo fuerza para salvar? Cuidaos, con mi castigo Yo secare los mares y transformare los ríos en desiertos"2

Si, el mismo Di-s que partió el mar puede proveer abundantemente a nosotros y nuestras familias.

Este concepto es tan vigente hoy en día como fue en la tierra de Israel hace dos mil años. Haga clic acá para leer una hermosa historia que ilustra este concepto.