Bsd.

A

1. La Sección de esta semana comienza con [el versículo]: "Cuando salgas a la guerra sobre tu enemigo, Di-s, tu Señor, lo entregará en tu mano y capturarás a sus cautivos"1.

La explicación del tema, desde la óptica espiritual, es la siguiente:

"Tu enemigo" alude al cuerpo y Alma Animal, conforme lo escrito por el Alter Rebe en Likutéi Torá2, que ellos, [el cuerpo y Alma Animal,] "son los verdaderos enemigos de la persona". Contra ellos debe "hacer la guerra" la persona.

Si bien en realidad el propósito [de esta lucha] no es "quebrarlos" sino, más bien, refinarlos [y elevarlos al plano de la santidad], se trata no obstante de una "guerra", pues [el cuerpo y Alma Animal] no permiten [y se resisten a] que se los refine. Y dado que el Alma Animal fue "la primera en argumentar", [es decir, su ingreso al cuerpo antecede al ingreso del Alma Divina, refinarla] es [una tarea que demanda] una "guerra" difícil.

Es en este contexto que el versículo declara: "Cuando salgas a la guerra…". Sólo es preciso salir a la guerra, [incluso antes de iniciar cualquier enfrentamiento,] en esa instancia se le asegura al judío: "'Di-s, tu Señor, lo entregará en tu mano', la victoria será tuya y no a la inversa, Di-s libre. Es más: [con esta lucha] te verás favorecido, pues 'capturarás a sus cautivos'". Esto último se refiere a las chispas de santidad presentes en las entidades físicas –[y esa captura te concederá fuerzas superiores a las previas pues, como expresa el versículo3:] "En la fuerza del toro hay numerosas cosechas"4–.

(De una Sijá de Shabat Parshat Tetzé, 5714)

B

2. En relación con la mitzvá de colocar un maaké5 –un vallado protector circunvalando los techos–, alguien me escribió preguntándome lo siguiente:

El fundamento de esta mitzvá es el peligro [que entraña un techo sin protección], conforme lo declara el versículo: "…para que no pongas sangre en tu casa si cae quien caiga"6. [Ahora bien,] Maimónides dictamina7 que no se recita una bendición previa al dar cumplimiento a una mitzvá cuya razón es la prevención de riesgos, ¡pero [a continuación,] en el mismo capítulo8, él mismo dictamina que al hacer un vallado debemos recitar la bendición: "[Bendito...] que nos ha santificado con Sus mandamientos y nos ha ordenado hacer un vallado"!

Visto superficialmente, podríamos explicar que la [necesidad de recitar una bendición previa al hacer un vallado protector, pese a que es para evitar el peligro, se debe a que la] situación de "no pongas sangre en tu casa" puede análogamente evitarse recurriendo a otras actitudes preventivas y no [necesariamente] por medio de un maaké. De hecho, sólo estamos obligados a hacer un maaké cuando [el techo de] la casa tiene [como mínimo] una altura [de] 10 tefajím (puños [80 cm]) desde el suelo9; [para sortear esta obligación,] tenemos la opción de bajar el techo o elevar el nivel del piso. También existe la posibilidad de construir el techo inclinado10. [Con cualquiera de estas opciones] la persona impide el "traer sangre en la propia casa" sin que recaiga sobre ella la mitzvá de hacer un maaké. Esta es la razón por la que se debe recitar una bendición al hacer el vallado, pues esta acción incluye un propósito más allá del [peligro que representa un techo sin protección, asegurar que] "no pongas sangre en tu casa".

Esta explicación, sin embargo, no es del todo satisfactoria. Después de todo, [en el caso en que se debe hacer un vallado,] la única causa que obliga a hacer un maaké es el peligro [de dejar un techo sin protección]. Siendo así, la pregunta formulada persiste sin respuesta: ¡Sobre esta clase de mitzvá [cuyo objeto es evitar el peligro] no se debería recitar bendición!

En realidad, [la mitzvá de] "harás un maaké" y [la de] "no pongas sangre en tu casa" constituyen dos preceptos independientes, de modo que el segundo no es la razón y causa del primero.

La evidencia de esto es la siguiente: Maimónides, en sus "Principios de los Fundamentos de la Mitzvot"11, establece como norma que los fundamentos de las mitzvot no se incluyen en la enumeración de los 613 preceptos como mitzvot independientes. No obstante, cuando Maimónides enumera los preceptos, cuenta a estos dos como mandamientos independientes: En su nómina de Preceptos Positivos ("harás")12 incluye la mitzvá de "Harás un maaké a tu techo", y en la nómina de los Preceptos Negativos ("no harás")13 incluye el de "No pongas sangre en tu casa". De aquí vemos que el mandamiento de "No pongas sangre" no constituye la causa del otro, sino que es, más bien, una mitzvá en mérito propio14.

La fuente de Maimónides es el Sifrí. Allí se escribe: "'Harás un vallado a tu techo' es un Precepto Positivo, y 'No traigas sangre en tu casa' es un Precepto Negativo"15.

3. La aplicación de este concepto en el servicio a Di-s por parte de la persona es la siguiente:

Cuando el judío [inicia una nueva etapa en su vida,] "construye una nueva casa" [en su servicio a Di-s], las medidas de prevención anteriores –que le ayudaron a superar todas las pruebas [y tentaciones]– ya no son suficientes. Es posible que [pensando que] dado que "la mayoría de sus años pasaron sin pecado"16, llegue a [decirse a sí mismo:] "Tendré paz" [y ya no debo preocuparme por los riesgos de las tentaciones, por lo que "marcharé según los antojos de mi corazón"17]. Por eso ha de saber que al ingresar a una "nueva casa", [una nueva etapa de su vida,] está sujeto a una nueva avodá, y por lo tanto debe tomar las precauciones necesarias para encarar las nuevas pruebas [y desafíos] que puedan surgir en su nueva forma de servir a Di-s.

Cuando la persona abandona los muros del Beit HaMidrash –la Casa de Estudios– y se dirige al mundo exterior, inicia así un nuevo estilo de avodá que implica entrar en contacto con nuevas situaciones con las que antes no había lidiado.

[En realidad,] así sucede con cada uno de nosotros, todos los días: El día debe iniciarse con avodat hatefilá (la plegaria), a lo que debe seguirle el estudio de Torá18. Por lo tanto, cuando el judío sale del ámbito de tefilá y halajá para introducirse en el dominio de las "39 labores de la actividad mundana", debe "hacer un maaké", colocar un vallado [y mantener la distancia necesaria para que sea él quien influye sobre el mundo y no a la inversa]. De ese modo se asegurará que las tareas mundanas se realicen como es debido, es decir, que el contacto con el mundo exterior no provoque "sangre en tu casa" ni sea causa de que "alguien caiga"19.

Tal como físicamente el vallado debe ser más alto que la casa, incluso más alto que su techo, del mismo modo es en cuanto a el sentido espiritual [de esta mitzvá]: El "maaké" espiritual debe tomarse de un nivel espiritual que trasciende a uno mismo, [debe ser] una asistencia proveniente de un nivel más sublime.

Así visto, se entiende que la construcción de un maaké se relaciona [con el significado conceptual de una brajá (bendición)], y no sólo se relaciona [con la brajá] sino que es menester recitarla cuado se hace un maaké, puesto que: ¿cómo es posible "hacer un vallado" –lo que significa "traer" [sus cualidades]– desde un lugar (nivel) que trasciende aquel en que nosotros mismos nos encontramos?

[Para lograrlo,] sobre esto se debe recitar una "bendición". Nuestros Sabios explican que el término brajá/ (bendición) está relacionado con la expresión [mishnaica20] "Hamabríj/ (el que acoda21) la rama del viñedo", es decir, [brajá alude] a la proyección [de Luz Divina Infinita dentro de nuestra realidad creada, del siguiente modo]:

"Baruj atá ['Bendito –"atraído"– eres Tú', desde el nivel de] Havaiá..." –el aspecto de Divinidad que trasciende el mundo–, el que por medio de "...Elokéinu..." ('nuestro Di-s', la faceta de guevurá y tzimtzúm [ocultación de la Luz Infinita propia de Havaiá,] es dirigido hacia nosotros [a nuestra medida]) 22 y se proyecta hacia "...Mélej HaOlam..." ['Rey del universo'23], causando "...vetzivanu..." –[lit.: 'y nos ha ordenado', una expresión asociada a] tzávta (unión) y conexión– "...laasot maaké (hacer un vallado)". Esta brajá nos capacita para hacer un maaké de por lo menos "10 puños" sobre el "techo" del Mundo de Beriá, que es el "piso" del Mundo de Atzilut, como se explica en los escritos del Arízal24.

4. Más específicamente, lo anterior nos ofrece la siguiente lección:

Mi suegro, el Rebe [anterior], enseñó que en cada Rosh HaShaná debemos asumir, en adición a lo acostumbrado, [1] un hidur mitzvá (un embellecimiento) en lo que respecta al cumplimiento de un Precepto Positivo; [2] un cuidado especial en lo que hace a un Precepto Negativo; y [3] [una resolución relacionada con] un buen comportamiento25 –incluso si también hasta ese momento todas sus conductas fueron como debían ser–. Esto es así porque, conforme lo escrito en Igueret HaKodesh26, en cada Rosh HaShaná se proyecta [al mundo] una Luz nueva [que jamás antes existió en el marco de la Creación. Por lo tanto, para conectarse con esta nueva realidad espiritual que emana en cada Rosh Hashaná, sugirió que cada cual asuma un nuevo compromiso en la observancia de las mitzvot, ya que es por medio de éstas que la persona "atrae" hacia sí, y al mundo, esta nueva Luz].

Así es también en nuestro contexto: Cuando el judío inicia una nueva avodá –ya sea al trasponer los muros del Beit HaMidrash hacia el mundo exterior, o cada mañana, cuando tras la plegaria y el estudio de Torá entra en contacto con las cuestiones mundanas– debe añadir siquiera algo a su estado espiritual hasta aquel momento.

A ello aluden las Escrituras cuando dicen: "Cuando construyas una nueva casa, harás un maaké para tu techo". Desde lo Alto se nos conceden las fuerzas para hacer el maaké, cuya medida mínima es de 10 puños27, es decir, [la capacidad de] "atraer" y proyectar la nueva Luz [Infinita] dentro de los 10 poderes del alma – desde las facultades [intelectuales] de JaBaD (jojmá, biná y dáat), hasta la acción28. Esto, por sí mismo, asegura que [1] "no traigas sangre [en tu casa]"; y [2] "nadie caerá de allí"29. Por el contrario, [no sólo tendrá efectos preventivos sino que] es más, [proporcionará la cualidad de] "como la belleza del hombre que mora en la casa"30.