El párrafo bíblico de esta semana, cuando volvemos a estudiar la Torá desde el principio, nos describe como el Altísimo creó al mundo en seis días. El relato de la creación concluye con las palabras: "Y culminó Di-s en el séptimo día la labor que realizó". De este texto se desprende que en realidad Hashem terminó su labor en el séptimo día; ¡en el día de Shabat! Cosa que contradice lo que dice el texto, que Shabat es el día en el que cesó la creación de Di-s.

Explica sobre ello Rashi1 : "un hombre de carne y hueso, que no conoce sus tiempos e instantes debe agregar (tiempo) de lo profano a lo sagrado, (para no atentar contra el tiempo sagrado e interrumpir su labor momentos antes de comenzar el Shabat). Pero el Santo, Bendito Sea, que sabe sus tiempos e instantes, penetró en él (Shabat) como un pelo... y parecería como que finalizó en ese día (Shabat)". Es decir, que el Altísimo se ocupó de la labor de la Creación hasta la entrada del Shabat, al punto de dar la impresión de haber finalizado en el propio Shabat.

Utilizar Todo

Se requiere aún una aclaración: es verdad que desde lo estrictamente halájico (las disposiciones del Código de Leyes judío) no había en ello trasgresión, pues se trataba sólo de un pelo, pero ¿qué necesidad había de apretarse tanto? Más aún: los relatos de la Torá no son simplemente cuentos. ¿Qué nos viene a transmitir esto?

Puede decirse, que con este "presionarse" para dedicarse al trabajo de la Creación hasta el último instante, Di-s nos deja bien claro hasta cuánto debe valorarse cada instante y utilizárselo cabalmente. "Di-s no creó en su mundo cosa alguna en vano" dicen2 nuestros Sabios Z"L. Todo elemento, toda facultad y todo instante- tienen su objetivo y destino espirituales desde la óptica Divina. Si en el segundo que aún resta hasta el Shabat hay posibilidad de agregar y hacer algo- nos enseña Hashem la actitud a seguir, debemos llenar también ese instante con un objetivo y destino útiles a la bondad y santidad en consonancia con la Torá.

Cada Hombre Tiene su Función

Con este acto, nos hace Di-s más fácil comprender la extrema exigencia de la Torá sobre el aprovechamiento total del tiempo. Por ejemplo, el judío que se dedica al estudio de la Torá, está obligado por la Halajá3 a hacer uso de cada instante libre para el estudio de la Torá. Su compañero, un trabajador que se dedica a una profesión o al comercio cumple con su deber de4 : "hablarás de él" con "un capítulo (de la Torá) por la mañana y un capítulo por la noche5 ". Si el primero estudió veintitrés horas con cincuenta y nueve minutos, y desperdició tan sólo el último minuto, estará incluido en la grave clasificación de aquel que "despreció la palabra de Hashem6 "

La explicación de ello es que cada hombre tiene una función y un objetivo marcados por la Providencia Divina. El trabajador o empresario la suya, y el estudioso de la Torá la suya. El primero debe introducir santidad en el mundo inferior a través de hacer uso de lo mundano en aras de lo Divino, por medio de vivir de acuerdo a los dictámenes de la Torá. Ambos, si se desperdician un instante en su respectiva misión, ¡causan que la Creación de Di-s sea en vano!

Nuestros Actos son los que Completan

Hay en esto, además, un mensaje de mucha importancia para nosotros, que tenemos el privilegio de vivir en el sexto milenio (desde la Creación) y en su final. Puede uno argumentar: ¿qué pueden ya contribuir mis actos y agregar a lo hecho por tantas generaciones que me precedieron, que incluyen a los Patriarcas, a Moshé Rabeinu, a los profetas, a los Sabios del Talmud, etc, etc?

Por ello, ingresó Hashem en el séptimo día "como un pelo", para indicarnos: es justamente del último "pelo" que depende la integridad de todo el trabajo de la Creación! Es específicamente nuestro "insignificante" trabajo el que completa la gran labor de seis mil años de existencia, y es éste el que lo lleva a su conclusión y objetivo: el séptimo milenio (posterior a la redención mesiánica), el "día que es totalmente Shabat y tranquilidad para vida eterna" 7

(Likutei Sijot, Tomo 5, Pág. 24)