Un principio básico de la fe judía es que el hombre tiene el deber ineludible de servir al Omnipotente. Pero ¿cuál es el significado de este "servicio"? ¿Puede Di-s, el paradigma de la infinidad y la perfección, "necesitar", o "querer", cualquier cosa de nosotros?

Quizás los más difíciles de comprender son los korbanot, es decir, las ofrendas `cerealeras´ y animales cuyas detalladas leyes abarcan gran parte del Libro Bíblico de Levítico. Mientras que podemos apreciar el deseo de Di-s de que meditemos acerca de Su grandeza, refinemos nuestro corazón, y actuemos decentemente uno con el otro, ¿qué utilidad obtiene El de los productos de nuestro corral y campo?

Y, con todo, más que cualquier otro mandamiento de Di-s, el korbán (comúnmente traducido como "sacrificio", pero la palabra significa literalmente "acercamiento") representa el empeño humano por relacionarse y conectarse con lo Divino. De hecho, el término avodá, "servicio (a Di-s)", que alude específicamente a los korbanot ofrecidos en el Gran Templo, es empleado también para referirse a la totalidad de la relación del hombre con su Creador.

En las palabras del Talmud: "¿Piensas que El precisa comer? El versículo declara: 'De sentir Yo hambre, no te lo diría, pues el mundo, y todo lo que contiene, Mío es... ¿Como Yo la carne de bueyes, o bebo la sangre de cabras?".

El Talmud responde: "Pero no es para Mi deseo que traes la ofrenda, [dice Di-s,] sino por el tuyo, como está escrito: 'por vuestro propio deseo, es que debéis ofrendarlo".

En otras palabras, Di-s no precisa nada de esto. Es sólo para permitirnos a nosotros relacionarnos con El, que El Mismo produjo una "voluntad" y la definió en términos que nosotros hemos sido equipados para comprender e implementar.

Así, el servicio de los korbanot no es en absoluto una manera más "racional", o menos, de relacionarnos con Di-s, que como lo es el más trascendental ejercicio de meditación.

Si Di-s no nos hubiera concedido la capacidad de conectarnos con El, ambos hubieran resultado igualmente insignificantes. Y porque Di-s eligió considerar estos actos humanos como Su "voluntad", ordenándonos tanto meditar acerca de Su grandeza como ofrecerle korbanot, ambas son avenidas mediante las cuales el hombre puede tocar lo Divino.

De hecho, la "ventaja" de los korbanot por sobre los modos más "espirituales" de servicio del hombre a Di-s es que estos involucran la totalidad de su existencia, llegando hasta los aspectos más materiales de su vida, en su cumplimiento de la voluntad Divina.

Mundo Viviente

Sin embargo, Di-s habla de los korbanot como "Mi pan" y "Mi aroma placentero".

Incluso el mismo versículo citado por el Talmud no dice que Di-s no tiene necesidad de alimento. Dice: "De sentir Yo hambre, no te lo diría" - implicando que Di-s sí toma parte de la "comida" en cierto nivel, aunque no precisa que nosotros la abastezcamos pues "el mundo, y todo lo que contiene" es Suyo.

Obviamente, ésta es una metáfora, pero ¿cuál es su significado? ¿En qué sentido estamos "alimentando" a Di-s cuando nos ofrecemos a nosotros mismos, y ofrecemos nuestros recursos materiales a El, en la procura de "acercarnos"?

"Di-s llena el mundo tal como el alma llena el cuerpo", dicen nuestros Sabios.

En el nivel humano, el alimento es lo que mantiene la "vida", o sea, es el medio con el cual las facultades del alma se afirman a través de su recipiente físico, el cuerpo.

Y lo mismo sucede con la fuerza vital Divina que sostiene la existencia creada: "Alimento de Di-s" es lo que llamaríamos a cualquier cosa que afirme la realidad Divina como una presencia manifiesta en nuestro mundo físico.

Di-s no necesita que Lo "alimentemos". El creó el mundo material, lo imbuyó de espíritu y significado Divino, y es obviamente libre de afirmar esta "alma" de cualquier manera que desee.

No obstante, eligió encomendarnos el papel de nutrir la vida del universo, de traer a luz la esencia Divina de la Creación.

Con cada uno de nuestros actos de servir a Di-s, reiteramos la verdadera función de la realidad física: servir de vehículo e instrumento de la verdad Divina que lo satura.

Así, insuflamos vida en el cuerpo-mundo, afirmando y manifestando su quintaesencia y alma.

(Basado en una Sijá del 6 de Tishrei, 5730) Extraído de "El Rebe Enseña" de Editorial Kehot