¿Cuántos padres pueden decir que exitosamente capturaron la primera sonrisa de sus hijos con su cámara de fotos? ¿Cuántas madres desean haber tenido la cámara a su alcance cuando su hijo la miró a los ojos y sonrío por primera vez con esa boquita sin dientes?

Yo nunca tuve que pedir ese deseo o sentir tal arrepentimiento. Gracias a una relación inseparable con mi Blackberry, -un parque de diversiones multimedia, también conocido como un teléfono inteligente- tendré para siempre una foto de la primera sonrisa de mi hijo. Como en cualquier otro intento de capturar la toma perfecta, estaba sosteniendo la cámara de mi Blackberry y haciendo ruidos graciosos para captar la atención de mi hijo, cuando apareció su primera sonrisa encantadora. Me volví loca de alegría y enseguida le mandé la foto a mi marido.

Esa primera sonrisa fue exactamente el cliché que me habían dicho que sería- un pedazo de cielo. Era grande y brillante, con un guiño en su ojo, se podría decir que me dio "cosquillitas en la panza".

Sólo me arrepiento de una cosa. La vi a través del lente de la cámara de fotos.

Fui víctima de la manía del Blackberry un mes después de dar a luz. Enseguida me sentí alegre porque tendría un artefacto que me permitiría sacar fotos, videos, y notas de voz y compartirlas al instante. Mis padres viven en la costa Oeste y no podía tolerar que se perdieran ninguno de los momentos de la vida de su primer nieto.

Meses después, un tour por la biblioteca de fotos y videos de mi Blackberry mostraba una colección única de trabajos originales. "Cambio de pañales matutino", "Durmiendo con un ojo abierto" y "sonrisa con estornudo" son títulos de sólo algunas de las cientos de fotografías que tomé para recordar para siempre los momentos de mi bebé. Con cada uno de sus momentos (cambio de pañales, risas, y hasta estornudos), almacenados en mi pequeño artefacto, ¡no queda prácticamente nada de qué ser testigo!

Afortunadamente, él siempre está cambiando e introduciéndose en territorios desconocidos, dándome un sinfín de oportunidades para registrar más obras maestras. Y cuando lo hago, no tardo más de dos segundos en mandárselo a mi familia y subirlo a Facebook, Twitter y mi blog, todo directamente desde mi teléfono.

No hay otra forma de hacer todo eso tan rápido. Gracias a mi Blackberry, me convertí en el paparazzi de mi propio hijo. Mi mano derecha está siempre lista – como un cowboy con su pistolera- para registrar cada momento de mi bebé digno de ser recordado (¿sabían que el Blackberry entra perfectamente en el posa vasos del cochecito de mi hijo?). Pero mientras mucha gente se queja del "dedo Blackberry" (una especie de esguince causado por tipear mucho con su aparato), mi problema es mucho peor. Y si las cosas no cambian pronto, comenzaré a poner en riesgo el bienestar de mi familia.

Debo reconocerlo, a veces siento que miro a mi hijo a través de una pantalla - mi bebé Blackberry. Ahora, los momentos no parecen tan valorables como lo fueron en su momento original. Cuando busco entre las fotos de mi móvil para mostrárselas a una amiga, siento como si nada fuera único y especial. ¿Y esa Foto? Eh, tengo mejores… Sí, está sonriendo en esa... ¡pero mirá en esta! Me pregunto qué pasaría si accidentalmente tocara un botón y eliminara todos los archivos que están enlenteciendo mi teléfono. ¿Acaso todos los momentos adorables de mi hijo existen con tanta claridad en mi mente como en mi Blackberry?

Es obvio que el beneficio de tener un aparato milagroso me ayuda a subsanar la imposibilidad de compartir la vida de mi hijo con mi familia. Gracias a mi Blackberry, mis padres pueden sentir que estuvieron con él en cada uno de sus pasos. Recientemente, cuando le mandé a mi madre una foto con el bebé tratando de gatear, recibí una respuesta inmediata: "¡Ponele medias, hace frío!"

Pero junto con la ventaja que implica poder compartir cada segundo de la vida de mi hijo, viene el riesgo de mirar cómo su vida pasa apresuradamente a través de una pantalla. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera visto la primera sonrisa de mi hijo por una pantalla y se la hubiera mandado por e-mail a todo el mundo? Probablemente me hubiera entregado al momento mágico, dejándolo durar un poco más. Siempre hubiera sido un distintivo en la vida de ambos. Pero en cambio, es sólo una fotografía. Sí, sólo una fotografía. Puede valer más que mil palabras, pero nunca reemplazará uno de los momentos más indispensables que existen entre una madre y su hijo, y me lo perdí.

El otro día, aproximadamente quince minutos después de acostar a mi hijo a dormir la siesta, lo escuché riéndose descontroladamente mientras yo escribía en la computadora. Antes de ir a su cuarto, traté de localizar rápidamente mi Blackberry, para poder filmarlo mientras se reía. Después recordé que de hecho esa adorable sonrisa era mi ringtone. Me olvidé que, más temprano ese día, había grabado sus risas y las había programado como mi ringtone. Wow, me dije a mi misma, estoy completamente liquidada.

Por más duro que será, estoy lista para revertir los seis meses de acecho constante a mi hijo con mi Blackberry. Tratando de no perderlos, me perdí demasiados momentos. No puedo registrar cada momento de mi niñito si eso implica alejarme del involucramiento que necesita para su desarrollo y para el fortalecimiento de nuestro vínculo vital. Para todas las madres que sienten que están criando un bebé Blackberry, mi consejo es simple: no querrás perderte ni una sola cosa. Dejá de lado tu Blackberry.