Estamos actualmente en el período del año conocido como Bein Hametzarim, o Entre los Estrecheces. Son las tres semanas comprendidas entre el ayuno del 17 de Tamuz que conmemora - entre otras cosas - la brecha de la muralla de Jerusalén por medio de los babilónicos y el ayuno del 9 de Av que conmemora la destrucción de ambos Batei Mikdash, o Templos de Jerusalén.

Históricamente han sido fechas en las cuales ocurrieron muchas tragedias.

Me parece oportuno dedicar unas palabras para compartir unas reflexiones con respecto a las tragedias que nos tocan vivir.

La tragedia más difícil de sobrevivir debe ser sin duda la muerte inesperada de una persona joven.

No soy quién para intentar dar explicaciones por qué uno muere. Tampoco es mi tarea ser "abogado defensor" de D-os. Como creyente me corresponde, sí, reclamarLe por qué permitió que sucedan las tragedias. Siendo Omnipotente, ¿no pudo arreglar las cosas de otra manera? Y como creyente me corresponde aceptar que no todo tiene una explicación racional.

Esta inquietud humana frente a la frecuentemente inentendible justicia Divina es un dilema milenario. Encontramos en la Torá que nuestro patriarca Avraham se puso a discutirLe a D-os por la aparente injusticia Divina, como también lo hizo Moshé. Y en nuestra generación, en una alocución llena de emoción, el Rebe de Lubavitch (vea el video haciendo click aquí ) habló del tema del sufrimiento y dijo que no hay respuesta que convenza, porque si la hubiera, si tuviéramos una explicación que nos apaciguara, nos volveríamos insensibles frente al sufrimiento humano. Al no tener una respuesta satisfactoria, hacemos lo que realmente corresponde y es pedirLe, rogarLe, y sí, exigirLe a D-os que ponga fin a un mundo de oscuridad en el cual el sufrimiento y las tragedias humanas pueden ocurrir. No nos conformamos con la realidad ni con las explicaciones al respecto, ¡queremos otra realidad!

Creo que conjuntamente con este enfoque se puede agregar otro. La pregunta "¿Por qué [murió]?" no tiene respuesta. La pregunta que sí debemos hacernos es "¿Entonces qué?". ¿Qué debemos y podemos hacer a raíz de esta experiencia? ¿Seguiremos siendo las mismas personas que antes?

Creo que cada uno deber responder a esta pregunta a su manera. No hay una respuesta única. Quiero, no obstante, compartir aquí algunas reflexiones personales mías.

Muy a menudo nos enfrascamos en proyectos y actividades que nos parecen muy importantes y nos ocupan mucho tiempo, energía y salud. Si supiéramos que hoy es el último día de vida, ¿les daríamos la importancia que les damos?

En Pirkei Avot (2:13) encontramos la exhortación de Rabí Eliezer: "…Retorna un día antes de tu muerte."

Cuentan nuestros sabios que sus alumnos le preguntaron: "¿Acaso uno sabe el día de su muerte como para saber cuándo había que hacer Teshuvá?"

Respondió Rabí Eliezer: "Con más razón que haga Teshuvá hoy por si acaso muera mañana y que haga Teshuvá mañana por si acaso muera pasado mañana. Resulta que toda su vida estará haciendo Teshuvá."

El mensaje de este pasaje es muy claro: Hay que aprovechar cada día de vida como si fuera el último. Pero ¿cómo se hace para aprovecharlo al máximo?

Quizás el que haya sido criado dentro del sistema de valores "modernos" del consumismo responderá tal como dijeron los "modernos" de ataño: "Come y bebe porque mañana moriremos." (Isaias 22:13). Hay que aprovechar los placeres de la vida porque "sólo se vive una vez".

El judaísmo nos da una aproximación muy diferente al tema.

La vida nos fue prestada para que la "invirtamos" y no para que la "gastemos". ¿Qué quiere decir "invertir" y "gastar" en este contexto? "Gastar" quiere decir sacarle el provecho en seguida para uno mismo; "invertir" quiere decir asegurar el provecho para otros para el futuro.

Vivir pensando sólo en uno mismo de manera egoísta es gastar la vida ya que cuando uno muere, su vida no dejó nada para nadie. Vivir la vida de una manera noble, sacrificar la comodidad personal en pos de valores más allá del confort personal, deja algo de valor aunque uno ya no esté más físicamente.

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Otra pregunta que correspondería hacerse en lugar de "¿por qué murió?" es ¿por qué vivo yo? La existencia de uno no es un dado. De hecho, nuestros sabios señalan que uno debería agradecerle a D-os por cada respiro que da ya que cada respiro es un regalo. D-os no nos debe nada.

Si bien no es práctico agradecer cada vez que respiramos, sí agradecemos a D-os por nuestra vida cada mañana al despertarnos. Apenas abrimos los ojos de mañana, decimos: Modé aní lefaneja mélej jai vekaiam, shehejezartá bi nishmatí bejemlá. Rabá emunateja. (Te agradezco, Rey viviente y eterno, pues misericordiosamente Tú has devuelto mi alma dentro de mí; grande es tu fidelidad.)

Esta concientización ayuda a marcar el tono para todo el día. Saber que cada momento de vida es un regalo por el cual que uno debe estar agradecido y que cada momento de vida tiene su razón de ser el cual hay que respetar y saber aprovechar.