Estaba conversando con una persona conocida, muy distinguida que había alcanzado un nivel de elegancia inmaculada, casi divina, algo que sólo se llega a través de una profunda pérdida. Esto hombre no había tenido infancia. Cuando tenía que experimentar la inocencia, sus padres lo abandonaron. Cuando simplemente necesitaba ser cuidado, fue abusado. Nunca pudo aprender a confiar, fue lanzado al mundo cruel desde muy temprano.
Estaba discutiendo conmigo su vida, a saber, una larga búsqueda de una relación que tuviera sentido. Añoraba poder tener un matrimonio exitoso y una familia consolidada, pero su historia estaba inundada por una inmensa sombra que no le dejaba seguir su camino. Todos sus intentos terminaban en desilusiones. Sus expectativas eran muy grandes o muy pequeñas. Increíblemente astuto, este hombre era completamente consciente de sus asuntos y poseía una habilidad única para lograr articularlos.
No había dudas de que había pasado gran parte del tiempo contemplando su vida y había conseguido un nivel de introspección inmenso dentro de su psiquis. Comprendía que sus intentos por conseguir amor, eran una manera de lograr compensar el amor del que había carecido durante su infancia. Pero su viaje había sido desviado. El, o colocaba muchas expectativas sobre la otra persona, tratando de suplir el amor incondicional de los padres, o por el contrario, esperaba muy poco, retrayéndose dentro del miedo, sin confiar, siempre temiendo no ser merecedor del amor.
Con lágrimas en sus ojos, me preguntó de pronto: "Nunca fui amado. Sólo deseo que alguien me ame. ¿Por qué no puedo disfrutar de este sentimiento dentro de mi vida? ¿Por qué no lo merezco? ¿Es que acaso soy una mala persona? Nunca había visto una mirada así. Debí controlarme para no ponerme a llorar frente a él. Tomé una actitud más fuerte, aunque mi corazón por dentro estaba quebrado. ¿Cuántas veces había escuchado un sentimiento similar a ese? No puedo ni siquiera enumerarlas.
Hay tanta tristeza en el mundo, tanto dolor. La gente atraviesa la vida dentro de sus propias maquinaciones, ocupados con sus cosas, distrayéndose en lugar de focalizarse en cuestiones más profundas. Pero el dolor, realmente no se va. Todos tenemos momentos, tal vez más que solo momentos, en los cuales nos preguntamos, nos guste o no: ¿somos amados?
Crecí en un hogar bendecido con padres que nos cuidaban y nos brindaban amor. Aunque algunas personas, hoy en día argumentan que todas las familias tienen en alguna medida cierta disfuncionalidad, aún así considero que mi familia nos brindó a mí y a mis hermanos la seguridad que todo niño necesita. Sin embargo, cuando comencé a encontrarme con gente que había sido privada de este significativo amor, comencé a darme cuenta del gran regalo que significaba poseer una familia que te ame, algo que nunca debería darse por sentado.
Cuando eres un niño y tus padres te aman, no logras sentir el verdadero beneficio. Como todas las cosas saludables. Una infancia cuidada no produce ninguna sensación. Son como dos pulmones que respiran sin esfuerzo. Pero cuando ves, en contraste una persona que no fue amada, alguien que debió luchar por cada respiración, que debió pelear para logar la auto-estima y la seguridad, de pronto te das cuenta del gran regalo que significa ser amado. Mientras pasaba el tiempo una nueva reflexión surgió en mí. ¿Son acaso las raíces del amor que recibimos de nuestros padres y familia, las verdaderas constructoras de la seguridad de la persona?
Si esto es cierto, entonces podríamos decir que si nuestro amor cambia, entonces nuestra auto estima es afectada proporcionalmente. ¿Podríamos decir que nuestro sentido de seguridad en este mundo depende de los antojos circunstanciales de nuestros padres y además influencias de nuestra niñez? Podríamos preguntarnos: ¿Para qué entonces pinchar el globo?
Ya es suficientemente negativo el hecho de que tanta gente sufra de baja auto estima o falta de identidad como resultado de la ausencia de cuidados y cariño. ¿Por qué entonces necesitamos desafiar a través del cuestionamiento a aquellos, que como nosotros, fuimos bendecidos con una el cariño de una familia? El hecho de que los que obtuvimos el calor familiar nos sintamos cómodos, no quiere decir que debamos ignorar la gran pregunta: ¿Acaso nuestra seguridad personal depende de otros?
En otras palabras, ¿si nuestro sentido de seguridad se deriva de otras personas, entonces podríamos pensar que la misma gente puede quitarnos esta seguridad? Vivir la vida de este modo precario me parece que es un modo de colocarse en una posición demasiado vulnerable. El hecho es, que todos sufrimos en algún punto algún tipo de inseguridad dentro de un mundo impersonal y alienado.
"Todos los caminos parecen ser peligrosos", dice el Talmud. Como cita el Arizal, "los asuntos del mundo material son "severos" y el "mal" es lo que prevalece". Si somos bendecidos y, ojala todos sean bendecidos en este sentido, obtendremos aunque sea mínimas sorpresas de la vida. Pero el hecho real es que cada persona posee sus desafíos, algunos más que otros, y todos enfrentaremos en algún punto de nuestra vida algún trauma o pérdida.
La Torá nos cuenta que hasta que no llegue la Redención final, el mundo seguirá siendo un lugar inseguro, perdido y sin rumbo. ¿Existe alguna persona, amada o no, que no experimente esta soledad existencial? Por más cuidado que hayas estado, por más inspirado que te hayas sentido, por más que poseas mucha gente buena alrededor, al final del día cada uno de nosotros vuelve a su solitario camino, donde, vos y sólo vos, caminas. La vida puede ser muy solitaria, aunque hayas sido profundamente bendecido.
Obviamente que a una persona cuidada y amada le será mucho más sencillo enfrentar los desafíos de la vida. Esto da una base firme a donde puede apoyarse la construcción de la vida. Mientras que alguien que no posee esta base, estará siempre corriendo, enfrentando crisis constantemente, careciendo del sentimiento de seguridad y llevará, tal vez, una vida manejada por el miedo, estará siempre dentro del campo de batalla.
Pero no debemos equivocarnos y dormirnos dentro de la idea de que la vida es segura. Sólo por el hecho de que no poseas el sentimiento de miedo, esto no quiere decir que estás a salvo. El amor circunstancial, tanto de padres como de seres amados, es justamente eso: circunstancial. Si esto es la fuente de nuestra seguridad, entonces quiere decir que nuestra seguridad depende del amor que recibimos de nuestra familia. Si perdemos este amor, entonces perdemos toda nuestra seguridad. ¿Cuál es entonces la fuente de nuestro sentimiento de seguridad? ¿Cómo sabemos si realmente somos amados y merecedores del amor?
La única respuesta que encontré, la hallé en nuestra Biblia, la Torá. La primera descripción del ser humano dentro de la Torá no indica que este es un ser inteligente, emocional o con otras virtudes. La Torá describe al hombre como un ser humano creado a la "Imagen Divina". Cada persona, haya sido o no, criada en un hogar bien constituido es un ser divino. Y solo por el hecho de poseer esta virtud, podemos ser amados, y somos merecedores de este amor.
El verdadero amor incondicional proviene del concepto de: "Di-s te ama". Algunos de nosotros, aquellos que no tuvimos la posibilidad de nacer en un hogar bien constituido nos damos cuenta de este concepto antes que aquellos que tuvieron una infancia sana y un hogar lleno de amor. El eclipse de sol nos da una visión más profunda de aquel sol que vemos durante el día. Esto individuos que nunca tuvieron el cuidado humano necesario no tienen otra opción que aferrarse a Di-s.
El resto de nosotros, sin embargo, no debemos distraernos con los comodidades de haber poseído una vida llena de cuidados, debemos siempre reconocer que es nuestra Divinidad interna la fuente de nuestra seguridad personal, de nuestra auto estima y de nuestro propósito existencial. Estamos todos dentro del mismo bote. Y todos necesitamos de la ayuda del otro para lograr descubrir nuestras almas divinas y nuestro objetivo en la vida. Debemos amarnos, nutrirnos y ayudarnos entre nosotros para logar crear una atmósfera de crecimiento y desarrollo. Pero siempre recuerda que la acción humana colabora al acceso, no al reemplazo de nuestra verdadera fuente de amor proveniente de nuestra alma Divina.
Así que, le dije a mi amigo, y les digo a todos allí a afuera: ¡Sí!, son amados y siempre lo fueron. Aún si los jardineros estaban ausentes, o hasta echaron sal sobre la tierra en lugar de regarla, las semillas de las flores aún se mantienen intactas dentro de tu mente. Aún si no eres conciente de que tu verdadera imagen es Divina; cuando aprendas a aceptar la idea de que eres amado, podrás comenzar a amarte a ti mismo, y serás bendecido encontrando gente que te ame verdaderamente. Finalmente hallarás la persona correcta que te amará por siempre.
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