¿No es genial cuando la gente te dice “relájate”? Para mi es una de las frases menos relajantes del mundo.
Tengo una amiga que ha estado buscando a su media naranja por años. “Relájate”, le dicen. “Relájate y conseguirás a alguien”. A una mujer que ha sufrido problemas de infertilidad durante años: “Si tan solo te relajaras, quedarías embarazada”. A la mujer que esta por parir: “Relájate”, le dicen los médicos, “el bebé saldrá más rápido”. Acaba de perder su trabajo y debe pagar el alquiler a fin de mes: “Relájate, ya encontrarás otro”.
No digo que esto no sea cierto; de hecho hay mucho de verdad en esta frase. El hecho de relajarte puede ayudarte a conseguir un esposo, un trabajo, un bebé, salud, etc. La relajación es fantástica, pero nunca vi a nadie relajarse (soy masajista y partera) por el solo hecho de pedirle que lo haga.
¿Cómo puede entonces una persona relajarse?
La relajación viene cuando te dejas llevar y permites que Di-s haga el trabajo .
Anoche vino una mujer a su sesión de masajes. Ella deseaba que la ayudara a dormir mejor. No posee problemas físicos. Su insomnio proviene de sus miedos y ansiedades. Está en su octavo mes de embarazo, y está petrificada. No tiene miedo al parto sino al post-parto. Luego de dar a luz a su primer hijo, sufrió una terrible depresión postparto. No vivió por cuatro meses; no funcionaba, pensaba en el suicidio, la oscuridad y la desesperación la invadían. Finalmente con mucho apoyo y medicación, apareció la luz al final del túnel. Lo logró. Ahora, aunque tomaba medicación preventiva, tenía miedo del regreso de aquella oscuridad.
“¿Podrías enseñarme a relajarme?” Me preguntó. Por más duro que masajeaba, trabajaba y relajaba sus músculos, sabía que mis manos no podían hacer nada para ahuyentar la tensión. La única lección que podía darle era aquella que tenía que ver con la fe.
Durante seis días a la semana no puedo dormir siesta. He tratado. Me recuesto en la cama y cierro las cortinas. Estoy exhausta y sé que necesito la siesta, pero no logro conciliar el sueño. No puedo relajarme. Tan pronto como mi cabeza toca la almohada, comienzo a pensar sobre la cantidad de ropa que hay que lavar, qué cocinaré para la cena, las cartas que debo escribir, los llamados que debo realizar y las listas infinitas de “cosas para hacer”.
Allí se fue mi siesta.
Llega el sábado, Shabat. Terminamos nuestra comida de la mañana. Le dejo algunos snacks en la mesa a mis hijos y les deseo “Gut Shabes” (¡y buena suerte!). Cierro la puerta de mi habitación. Mi cabeza toca la almohada y en menos de un minuto estoy durmiendo, disfrutando de la siesta más placentera.
Si nadie me despierta, puedo dormir por tres horas. No hay trabajo que cumplir ni mandados para hacer. Es Shabat, todo lo que se necesitaba hacer ya fue hecho. Durante seis días hice mi esfuerzo, mi parte. Compré alimentos, limpié la casa, cocine la comida y lavé la ropa; ahora el séptimo día llegó, y con el encendido de las velas delego completamente todo el control a Di-s. Este es “Su” día, el día en que Lo vemos cara a cara. Invitamos a la Divina Providencia a nuestra mesa mientras cantamos y santificamos nuestro día con vino. Ese día estoy completa y totalmente relajada.
El Talmud nos cuenta sobre la historia del dueño de un viñedo. Una mañana de Shabat fue a dar un paseo y se dio que había un agujero en su alambrado. “¡Oh no!”, pensó. “Tendré que arreglarlo apenas termine Shabat para que los animales no entren en mis campos y comiencen a comerse las uvas”.
Inmediatamente se sintió mal. “¿Por qué me estoy preocupando ahora por mis campos, planeando lo que haré más tarde cuando aún estoy en Shabat?” El hombre se sintió tan mal, que decidió que nunca en su vida arreglaría el alambrado. Di-s realizó un milagro para él, un árbol comenzó a crecer en el lugar exacto de la rotura, cubriendo así el agujero.
En hebreo, los 6 días de la semana no tienen nombre. El domingo es el “primer día”, el lunes el “segundo”…el viernes, “el sexto”. Cada día recibe su nombre en función de la distancia que posee desde el Shabat pasado, y comenzamos a contar en función del Shabat que vendrá. La semana entera de trabajo y actividades se centra alrededor del sagrado Shabat. Esperamos su presencia como un novio espera a su novia en la noche de su casamiento. A medida que avanzamos a través de la semana, comenzamos con los preparativos. Hacemos nuestro esfuerzo, nuestra parte, pero sabemos que finalmente es Di-s quien tiene el control. Con esto en mente, no debemos preocuparnos. Podemos relajarnos.
Miré a mi cliente a sus ojos y tomé su mano. “Estás tomando medicación preventiva. Tienes un grupo de amigos y familia preparados para ayudarte. Reza para que no vuelva a pasar nuevamente y el resto déjalo en manos de Di-s. Su semblante cambió; sus músculos se relajaron. “Es algo en los que debo trabajar.”
“Todos debemos trabajar en esto” admití. Ella respiró profundo, sonrió y se fue un poco más relajada.
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