Jaie Sara

Abraham estaba muy viejo y Dios lo había bendecido con todo, tenía sabiduría, muy buenos amigos, hijos, alumnos, muchos animales, era rico y respetado por todos. Sin embargo, después de la Akedá, Abraham se dio cuenta de que podría morir e Itsjak aun no había tenido hijos. Le dijo entonces a Eliézer:

-Júrame que irás a la tierra de mis padres a buscar una esposa para mi hijo Itsjak y que no vas a tomar para él una esposa de entre los cananeos.

-Pero tal vez no quiera venir conmigo- contestó Eliézer- ¿llevaré entonces conmigo a Itsjak?

-De ninguna manera, no quiero que Itsjak salga de la tierra que Dios me prometió para regresar a donde yo nací. Dios que me ha cuidado y acompañado en todos mis caminos, enviará a su ángel para que todo salga bien en tu viaje. Pero si no logras que la muchacha venga contigo, quedarías libre del juramento que me hagas.

Eliézer le juró entonces a Abraham que iría a buscar una mujer para su hijo. Se fue con diez camellos y cuando llegó a Aram Naaraim la ciudad donde vivía el hermano de Abraham, ya estaba atardeciendo y las muchachas salían al pozo a llevar agua para sus casas. Eliézer sentó a sus camellos a descansar y le pidió a Dios lo siguiente:

-He llegado al lugar indicado. Por favor ten compasión de mi amo Abraham y ayúdame a encontrar a la mujer adecuada para su hijo. Envíame una señal para identificarla: voy a pedir agua a las jóvenes, si alguna de ellas me dice: “toma agua y también le daré de beber a tus camellos”, esa será la adecuada para Itsjak.

En ese momento estaba por ahí Rivka, nieta de Najor el hermano de Abraham. Era extraordinariamente hermosa y Eliezer se le acercó: “Dame agua para beber, por favor.” “Bebe” le dijo Rivka, mientras tomaba el jarro y lo inclinaba hacia la cara de Eliezer para que tomara. Cuando Eliezer estuvo satisfecho Rivka le dijo: “Ahora daré agua a tus camellos”. Rivka no quería darle agua a un camello primero mientras que los demás esperaban sus turnos sedientos. Para evitar esto, cada vez que traía el jarro del pozo lo servía directamente en el bebedero para camellos, así podían tomar todos al mismo tiempo. ¿Sabes tú cuánta agua toma un camello? ¿Has mirado el tamaño de sus jorobas llenas de agua? Imagina cuanto pueden beber diez camellos, y el tiempo que tardaría alguien en sacar toda esta agua de un pozo. Pues eso es lo que hizo Rivka por un hombre desconocido y por sus animales. Eliézer le preguntó quién era y ella contestó que era nieta de Najor. Así que Eliézer, sorprendido por la rapidez con la que su rezo había sido escuchado dijo: “Bendito sea el Dios de mi amo Abraham, que me ha guiado en el camino correcto” y le dio a la muchacha dos brazaletes y un arete para la nariz (estaban muy de moda en esos tiempos), todo de oro. Le preguntó:

-¿Tendrás espacio en donde descansar?

-Tenemos espacio para descansar, para que comas y también para que descansen los animales.

Salió Rivka entonces corriendo a contarle a su madre que había encontrado al sirviente de Abraham. El hermano de Rivka, Labán, al escuchar todo lo sucedido y ver los brazaletes y el arete de oro salió corriendo hasta el pozo en donde estaba Eliézer. Lo invitó entonces a su casa con palabras amables, acomodó y atendió a los animales en el establo, hizo pasar a Eliézer a la casa, le lavó los pies y le sirvió de comer. Pero Eliézer dijo en ese momento:

-No comeré nada hasta no hablar de porqué he venido aquí.

-Muy bien, habla- le contestaron.

Eliézer le contó entonces todo lo que había pasado, lo que Abraham le había pedido, lo que había rezado al llegar a Aram Naaraim, y como Rivka había respondido de la forma en que él había pedido, y todo eso, sin que él la conociera y supiera que se trataba de la sobrina de Abraham. Al escuchar esto Laban y Najor dijeron: “esto es cosa de Dios, así que puedes llevarte a la muchacha contigo para que se case con Itsjak”. Eliézer sacó entonces adornos de oro y plata, así como hermosos vestidos para Rivka, y frutas deliciosas para toda la familia. Después cenó con sus ayudantes y se fue a dormir. En la mañana le dijo a Labán y a la madre de Rivka que deseaba irse, pero ellos le dijeron:

-Deja que se quede con nosotros un año o diez meses más.

-No- contestó Eliézer- hice un juramento y debo cumplirlo.

-Entonces preguntemos a la muchacha si se quiere ir.

Le preguntaron a Rivka:

-¿Te quieres ir con este hombre?

-Sí, me voy a ir con él.

Al ver que su hija se quería ir no les quedó otro remedio que despedirse. Le desearon muchas cosas buenas y la mandaron con sus doncellas y con Eliézer a recorrer el largo camino de regreso hasta Eretz Cnaan. Dios acortó el camino para ellos, de manera que llegaron esa misma tarde. En ese momento Itsjak estaba en el campo rezando muy concentrado. Un ángel estaba parado junto a Itsjak, acompañándolo mientras rezaba. Al ver a este desconocido acompañado por el ángel, Rivka pensó: “este debe ser un gran hombre”, así que se agachó en su honor, y al hacerlo se cayó del camello. Le preguntó a Eliézer quien era ese hombre y él le contestó que era Itsjak. Ella se tapó entonces la cara con un velo. Istjak se acercó y, después de escuchar toda la historia de boca de Eliézer, llevó a Rivka a la casa de campaña de Sara para que vivera ahí. Itsjak y Rivka se amaron muchísimo.

Hay quienes cuentan que cuando Sara vivía la tienda en la que vivía era un lugar muy especial. Ella y Abraham jamás pelearon y ella siempre tuvo abierta la puerta de su casa para ofrecer comida a cualquiera que lo necesitara. Como recompensa a esto, había siempre una nube junto a la casa, como símbolo de honor y una vela permanecía prendida milagrosamente de viernes a viernes (ya que ella prendía las velas el viernes por la tarde, antes de comenzar el shabat). Tanto la luz como la nube desaparecieron al morir Sara, pero al entrar Rivka volvieron a aparecer.

El fin de la vida de Abraham

Mientras más cosas tenemos, más cosas queremos. Pero Abraham había aprendido a disfrutar de lo que tenía y a no desear más. Así que Abraham tuvo una muy buena vejez. Hagar era cada vez mejor persona, tanto, que Dios cambió su nombre por “Keturá”, que quiere decir, “planta aromática”. Abraham se volvió a casar con ella y cuando murió estaba satisfecho. En su entierro estuvieron Itsjak e Ishmael, quien vino desde el desierto para honrarlo. Abraham fue enterrado en Mearat Hamajpelá, junto con Sara. Itsjak se fue a vivir a Beer le jai roí, el pozo que había aparecido frente a los ojos de Hagar. Dios bendijo a Itsjak para que le fuera muy bien en la vida.