Nuestros sabios nos cuentan que las velas de Shabat que Rivka encendía ardían durante toda la semana, dando a Itzjak y Rivka el sentimiento de la santidad del Shabat aún después de Shabat.

Cada Mitzvá que hacemos trae luz al mundo, como está escrito: "Las Mitzvot son como una vela y la Torá como una luz",pero no siempre vemos o sentimos esta luz. Las velas de Shabat son especiales porque podemos ver su luz, la luz de la Miztvá, brillando en nuestras casas. Cuando observamos el pacífico parpadeo de las velas de Shabat, entendemos y sentimos la santidad especial que viene junto a esta Mitzvá.

¿Te imaginás cuán maravilloso sería si esa santidad durase toda la semana? Eso mismo es lo que Rivka y Itzjak sentían. Eso mismo ocurre en nuestras casas.

Las velas de Shabat nos traen sentimientos de alegría y paz. A pesar de que podemos estar muy apurados y ocupados algunos Viernes, nuestras casas repentinamente se calman en cuento encendemos las velas de Shabat. Y esta luz permanece aún después de que Shabat termina. A pesar de que no podemos ver la luz durante la semana, como Rivka e Itzjak, sin embargo está ahí, haciendo que nuestras casas sean alegres y pacíficas.

Las velas de Shabat de Rivka, nuestra matriarca, trajeron esa santidad cuando sólo tenía tres años. Esta es una enseñanza para todas las niñas judías.

En cuanto una niña cumple tres años, o en cuento entiende el significado de encender velas, ella debería encender su propia vela. Esto traerá luz y santidad a su casa y a todo el mundo.