Guy Kawasaki fue el primer encargado de marketing de Steve Jobs, la persona que inventó el “evangelismo corporativo.” Empezó su carrera trabajando en la industria de la vestimenta de Nueva York dominada por judíos. El definió jutzpá como “llamar al soporte técnico para informar de un error en un software pirateado.” Guy creía que la jutzpá era un elemento vital en el marketing exitoso, la clave del éxito de Apple.

Fuera del marketing, el término “jutzpá” ha sido usado 231 veces en opiniones legales norteamericanas. Las traducciones comunes incluyen audacia, insolencia, atrevimiento, descaro, desfachatez, desvergüenza, agallas increíbles, presunción y arrogancia. Los jueces tienen que ser muy precisos en su terminología, así que tome como evidencia que ninguna de las traducciones anteriores se pueden usar para describir la actitud que estos jueces estaban buscando describir. Es una palabra que requiere un contexto cultural.

Así que ¿qué es jutzpá? Es un tipo de actitud, como si no hubiera realmente nada que te detenga de hacer cualquier cosa que quieres.

Es por esto que la jutzpá puede ser algo realmente malo y algo realmente bueno. La mala jutzpá es algo que todos conocemos. Pero la buena jutzpá es una de las primeras reglas de comportamiento citadas en el Shuljan Aruj, la codificación clásica de la ley judía. Citando las palabras de la Mishná, “Sé feroz como el leopardo”, el código nos dice que esto significa que cuando uno va a hacer todas esas cosas judías que hacen los judíos, uno no debe sentir la más mínima vergüenza ante aquellos que lo ridiculizan. Uno no tiene que insultarlos, ni reaccionar de ninguna forma. Sólo seguir haciendo lo que tiene que hacer como si ellos no existieran.

Como dije, ese es el comienzo mismo del libro. La implicación es que si no tienes jutzpá dentro tuyo, todo el resto de este libro desde ese punto en adelante va a ser algo realmente muy cuestionable.

Así que, para ser un buen judío, necesitas dos opuestos: Un sentido de vergüenza que te prevenga de actuar con jutzpá para hacer lo que está mal, y un sentido de jutzpá que te prevenga de sentirte avergonzado de hacer lo correcto.

Abraham tenía mucha jutzpá. Discutió con D-os sobre Sus planes de destruir Sodoma y Gomorra.

Moshé tenía mucha jutzpá. El, también, discutió con D-os para que salve a Su propio pueblo, aun cuando indudablemente ellos estaban equivocados.

El Rey David tenía una jutzpá enorme. No podía entender como alguien podía tener miedo de un guerrero gigante que estaba burlándose y avergonzando al pueblo judío.

El Baal Shem Tov, fundador del movimiento jasídico, no tenía temor a nadie o nada excepto a D-os Mismo. Aquellos que lo conocían decían que si un león le saltaba encima, el no se sobresaltaría.

Rabi Shmuel de Lubavitch definió el tipo de jutzpá que los líderes de Jabad implementaron en su lucha contra la opresión zarista, y más tarde, contra la persecución antirreligiosa bolchevique: “Simplemente pasa por encima de ello.” Queriendo decir, que no importa lo que hagan, no importa cuan siniestro parezca, mantén tu locomotora marchando hacia adelante como si no hubiera nada en tu camino.

En nuestros tiempos, el Rebe, Rabí Menajem M. Schneerson, que su mérito nos proteja, muchas veces insistió que necesitamos la ferocidad del leopardo y el poder de la locomotora para “pasar por encima” cuando tratamos con el mundo. Primero que todo, debemos caminar por encima de los desafíos que enfrentan a un judío viviendo su legado en un mundo secular, tirándolo de todos lados para que sea “como todo el mundo.” Pero aparte de eso, también necesitamos la jutzpá para exigir de D-os el fin de nuestro exilio y la largamente esperada era de iluminación, “los tiempos mesiánicos”.

Sí, eso es jutzpá. Pero con todo lo que nuestro pueblo ha pasado a través de la historia, es una jutzpá a la que tenemos derecho.