(te-fi-lá) תפילה raíz: פלל
Plural: תפילות tefilot
Lo que es y lo que no es
Uno de los elementos clave en tu relación con tu Creador es “servirlo con todo tu corazón” (Deuteronomio 11: 13). La palabra servir se dice en hebreo avodá, que esta relacionada al trabajo laborioso. Pero ¿qué clase de trabajo puede hacer el corazón para servir a Di-s? La clásica respuesta judía es que ese trabajo es la tefilá: el trabajo que consiste en despertar el amor oculto dentro del corazón hasta lograr un estado de íntima unión con lo divino.
Es por eso que la traducción más usada, “plegaria”, es inexacta. La plegaria implica dos entes por separado: uno inferior que le hace un pedido a otro superior. En hebreo, hay otra palabra para este concepto, bakashá. Asimismo, el término español “adoración” también tiene un equivalente en hebreo, shevaj. La tefilá comprende ambos elementos, pero ella en sí misma no es ninguno de ellos. Tal vez comunión sea un término más apropiado, en el sentido de unirse en mente y en espíritu.
No obstante, dado que para el judío practicante ninguna de estas palabras transmite el sabor especial de la palabra “tefilá”, se suele optar por usar el original. Otra posibilidad es usar la palabra daven, que es un término en idish relacionado con la misma raíz latina que la palabra española divino.
¿Cómo hacerlo?
Cada vez que compartes con tu Creador lo que tienes en el corazón –tanto sea alabando, bendiciendo, quejándote como pidiendo – estás haciendo tefilá. Puedes hacerlo en cualquier momento, en cualquier lugar, siempre y cuando provenga de las inquietudes genuinas que albergas en el corazón y de la conciencia de una presencia superior que albergas en la mente.
Tradicionalmente, además de hablar con Di-s cada vez que sienten la necesidad, los judíos hacen tefilá tres veces al día y, siempre que es posible, juntos. Cuando los judíos fueron exiliados a Babilonia, los Hombres de la Gran Asamblea advirtieron que los jóvenes deseaban hablar con Di-s tal como lo habían visto hacer a sus padres, pero no lograban encontrar las palabras adecuadas. Así, fue como se instituyó esa alabanza/bendición/queja/pedido en la liturgia formal.
La tefilá de la mañana se llama Shajarit; la de la tarde, Minjá; y la de la noche, Maariv. La tefilá de la mañana es la más larga, una tefilá de Shajarit en los días de la semana puede tardar entre cuarenta y noventa minutos, dependiendo del día y de la devoción de los que estén rezando.
La estructura de Shajarit está diseñada para permitirte subir en la ascensión de la tefilá hasta que puedas alcanzar un estado de reverencia y encontrar una plegaria inspirada en el amor, siempre y cuando inviertas en la labor de la kavaná –enfocar la mente, el corazón y el alma en las palabras que estás diciendo y, por sobre todo, en la presencia Superior a quien están dirigidas esas palabras.
¿Con quién hacerlo?
Si bien la tefilá expresa las inquietudes más íntimas de la persona, en términos generales, el judío tiene relación con Di-s en forma comunal. La unidad aquí abajo es la mejor forma de obtener la atención de la unidad allá arriba.
Los hombres, en particular, tienen que decir sus tefilot siempre que les sea posible en un quórum de diez, llamado minián. El protocolo es muy plural y participativo y se está enriquecido por los rituales de identidad que sirven para vincular a todo el grupo.
Las mujeres no están obligadas a asistir a las tefilot comunales y, por eso, sus tefilot pueden ser mucho más personales. No obstante, para que la tefilá sea aceptada, lo mejor es hacer tefilá en el lugar y en el momento en que se lleva a cabo la tefilá comunal.
¿Por qué no basta solamente con meditar?
Uno no puede comulgar con alguien que no conoce. Es por eso que conocer a Di-s es una parte fundamental de la tefilá. El Talmud relata que había gente que meditaba durante una hora entera antes de hacer tefilá. El Código de Ley Judía prescribe que hay que reflexionar acerca de “la grandeza de Di-s y la insignificancia del hombre” antes de cada tefilá. La Jasidut Jabad es más que nada una tefilogía, es decir, un sistema de pensamientos sobre los cuales reflexionar antes de la tefilá y durante ella.
No obstante, el consenso halájico es que la boca también tiene que entrar en acción, por dos motivos:
1. Al pronunciar las palabras en voz alta, uno enfoca mejor su atención.
2. El ser humano es antes que nada un ser hablante. La tefilá acerca esa capacidad de la persona de hablar a Di-s. Si uno eleva el corazón y la mente, pero deja atrás las palabras, está dejando atrás el ser humano que es.
Tefilá, Torá, Mitzvá
Hemos descripto la mitzvá como algo similar a la tefilá, como una conexión. Asimismo, el estudio de Torá fue descripto como el acto de compartir la mente. La tefilá es singular por el hecho de que su conexión se mueve principalmente de abajo hacia arriba, mientras que la mitzvá y la Torá se mueven más que nada de arriba hacia abajo.
Si bien nosotros contribuimos con nuestra inteligencia/talento y nuestra creatividad, el estudio de la Torá es principalmente el estudio de la sabiduría de Di-s. Si bien contribuimos con la concentración y la inspiración, así como también con el cumplimiento de muchos decretos y hábitos rabínicos, la mitzvá es esencialmente el cumplimiento de la voluntad deÉl, y no de la tuya. Asimismo, el énfasis de la tefilá está puesto en nuestro movimiento en dirección a Él, cuando expresamos nuestros pensamientos y sentimientos en forma tal que se convierten en un acto divino.
Otro paradigma: el ser humano tiene tres modos de actuar: la acción, el habla y el pensamiento. Las mitzvot ocupan principalmente nuestra modalidad de actuar, mientras que la Torá se ocupa fundamentalmente de la modalidad del habla articulando los pensamientos Divinos en palabras humanas. Por su parte, la esencia de la tefilá es nuestro modo de profundizar más y más en nuestros pensamientos más recónditos encontrando en ellos la presencia Di-s.
Únete a la charla