¿Qué imagen te trae la idea de viajar? ¿Aventura? ¿Tensión? ¿Inestabilidad?

Probablemente dependa de si es por voluntad propia o por obligación.

La historia del pueblo judío desde sus albores, empezando ya con su patriarca Avraham, se compone en su gran parte de viajes. Esta semana leemos en la Torá como Moisés repasa los cuarenta y dos viajes que hicieron los judíos durante los cuarenta años de su viaje en el desierto desde su salida de Egipto hasta su entrada a la Tierra de Israel. De hecho, el nombre de la lectura de esta semana es Masei1 , o sea “viajes”.

La pregunta que salta a la vista es: ¿por qué enfocarnos en “viajes” en vez de “campamentos”? ¿No es más importante saber qué hicieron durante el tiempo que acamparon que saber simplemente que fueron de tal lugar a otro?

Hete aquí una gran enseñanza del judaísmo. El objetivo de la vida es avanzar. Cada experiencia que nos toca vivir no es un fin en sí mismo sino un catalizador cuyo propósito es ayudarnos a avanzar y crecer.

De hecho esa es la diferencia entre un hombre y un objeto. Un objeto simplemente está. Se cambia o se mueve de un lugar a otro por una fuerza externa. Sus cambios dependen de otros. El hombre, en cambio, tiene libertad y es capaz de moverse solo. De hecho, es esta característica la que distingue al hombre inclusive de los ángeles. Los ángeles, aunque sean perfectos, no “avanzan”, no se mueven de su “lugar”. El hombre sí lo puede y debe hacer.

Contento pero no satisfecho.

Es notorio que el Rebe estaba siempre contento con los informes que recibió de sus emisarios, pero nunca satisfecho. ¿Tuviste éxito en una actividad que organizaste ayer? ¡Excelente! ¿Qué vas a hacer hoy? ¿Qué vas a hacer mañana?

Aún los momentos que parecen ser retrocesos, en el fondo tienen como objetivo hacernos crecer y avanzar.

Cuentan de uno de los emisarios del Rebe que le escribió quejándose del déficit con el cual terminó el año de actividades a lo que el Rebe le respondió deseando que para el año que viene tenga un déficit el doble de grande. (Quiero aclarar que es evidente que el Rebe entendió que para ese individuo individuo en particular generar más déficit implicaría un desafío sano, más trabajo y productividad. Sé de individuos a quienes el Rebe les había indicado que no generen déficits. Cada individuo y cada situación es diferente. El Rebe quería que cada uno trabaje mucho, pero no demasiado. La diferencia entre “mucho” y “demasiado” es si está dentro de las posibilidades de uno o no.)

De hecho, el Baal Shem Tov2, fundador del movimiento jasídico, explica que los cuarenta y dos viajes que realizaron los judíos en el desierto son el prototipo y representan los viajes que a cada persona le toca realizar en el transcurso de su vida, desde que sale del vientre de su madre hasta que llega al Mundo Venidero. El propósito de cada campamento y descanso en la vida es prepararse para el siguiente viaje.

Los viajes de la vida están presentes en la vida personal de cada uno, en la historia del pueblo judío y en la historia del mundo.

Las cosas no simplemente suceden; corresponden a un plan. El plan es llegar de punto A a punto B y después a punto C hasta llegar al final, a la Tierra prometida.

Los objetivos

¿Cuáles son los objetivos de los viajes de la vida?

La esencia del objetivo de los “viajes”, tanto a nivel personal como nacional y mundial, es llegar cada vez a un nivel superior de desarrollo y expresión del estado potencial de las cosas.

Tomemos, por ejemplo, el primero de los cuarenta y dos viajes que realizó el pueblo judío, o sea, la salida de Egipto. La palabra hebrea por Egipto es Mitzraim que está relacionada con la palabra Meitzar o sea, “estrechez”. La idea de la salida de Egipto es la liberación de las estrecheces y las limitaciones personales. Está comparada con el nacimiento. El bebé cuando se encuentra en el vientre de su madre se encuentra bien protegido pero muy limitado. Es un ser totalmente dependiente de su madre. Al nacer se transforma en un ser independiente. Es un cambio radical. Pierde su seguridad pero gana su independencia. En el vientre de su madre tiene un límite hasta qué punto puede desarrollarse. Al nacer, estos límites caen.

Uno de los siguientes viajes realizados por el pueblo judío fue hacia y desde la partición del Mar de Juncos. Fue una experiencia supernatural que los expuso a una realidad más allá de los límites de la comprensión humana.

En los viajes en la vida personal, la circuncisión representa la capacidad del hombre de liberarse de sus límites personal y adherirse a un código que trasciende los límites humanos.

Luego de la partición del mar, viajaron hacia el Monte Sinaí donde recibieron la Torá.

En la vida personal, la etapa de la iniciación de la educación de Torá desarrolla la capacidad intelectual y espiritual del niño para que esté consustanciado intelectual y emocionalmente con el pacto asumido representado por la circuncisión.

Lo mismo ocurre con cada uno de los demás “viajes”, destacados entre los cuales están el Bar Mitzvá, casarse, tener hijos, trabajar para mantener a la familia, trabajar para apoyar la vida comunitaria, completar la vida terrenal y pasar al Mundo de la Verdad.

Cada etapa implica el traspaso de un estado de potencial a un estado de mayor revelación. Son saltos cualitativos. Quedarse en cualquiera de las etapas implicaría estancamiento.

Antes de morirse

Mientras estaba buscando información sobre los cuarenta y dos viajes que realizó el pueblo judío en el desierto, me topé con un sitio que lista “Cuarenta experiencias de viaje que uno debería hacer antes de morirse”.

La mayoría de las sugerencias me parecían ser banales. Pero me dejó pensando.

La vida es limitada. Da justo para realizar los “viajes” personales que uno debe realizar en la trayectoria de su autodesarrollo y crecimiento espiritual aquí en la tierra.

Los cuarenta y dos viajes en el desierto sobre los cuales leemos debe inspirarnos a reflexionar: ¿cuántos de los viajes que debemos realizar ya hemos realizado?

¿Sabemos cuáles son? ¿Sabemos a dónde debemos llegar, o estamos satisfechos con el lugar al cual hemos llegado?

Lo mismo ocurre a nivel comunitario y nacional. ¿Sabemos cuál es el itinerario? ¿Hacia dónde estamos yendo? ¿Tenemos un norte o simplemente apuntamos a luchar para terminar el año con saldo positivo?

¿A qué estamos esperando? Como lo dijera el sabio Hillel: “Y si no ahora, ¿cuándo?”

Vea una explicación (en Inglés, por ahora) de los cuarenta y dos viajes aplicados a la vida personal haciendo clic aquí.