Había dos judíos caminando por la calle en la Rusia pre-Perestroika cuando vieron un policía mirándolos de lejos.

“Tengo un grave problema,” dijo Jaime a Moishe. “No tengo mis documentos y si me para me lleva preso...”

“No te preocupes,” respondió Moishe. “Yo tengo mis documentos en orden. Voy a empezar a correr. Me va a perseguir a mí, pensando que tengo algo que ocultar. Mientras tanto puedes escaparte...”

Dicho y hecho. Moishe empieza a correr y, efectivamente, el policía lo persigue. Cuando, finalmente, lo alcanza, le pide ver los documentos y, al ver que están en orden, le pregunta: ¿Por qué corriste, si tienes todo en orden?”

“Resulta que mi médico me mandó correr por mi salud,” explicó Moishe.

“¿Por qué no paraste cuando viste que te estaba persiguiendo?” “No me di cuenta que me estaba persiguiendo... Pensé que va al mismo médico....”

Resulta que el médico me mandó hacer deporte. Un amigo me prestó su bici y salgo de tanto en tanto a darle pedal a la vida.

Tiene muchos beneficios, como todos saben. Sirve para bajar el colesterol, bajar el peso, fortificar el aparato cardiovascular, producir endorfinas que son las responsables por el sentimiento de placer y de bienestar general, etc., etc.

Lo que descubrí y quería compartir aquí es que también sirve para dar lecciones de vida.

1) Si no sigues para adelante, caes.

2) La parte más vital de la bici son... los frenos. Si bien hay que seguir dándole pedal para no caer, a veces hay que parar para no chocar.

3) Lo que más cuesta es arrancar. Una vez que empezaste, le agarras el gusto y no quieres parar.

¿Por qué cuento todo esto?

Por dos razones: 1) para compartir lo que pasa en mi vida; 2) para ayudarte, quizás, con lo que pasa -o no- en la tuya, más allá del consejo de hacer deporte (que, además, es una Mitzvá)

Hay que cuidar la salud espiritual. Para lograrla, hay que “andar en bici”:

1) Darle pedal constantemente. Hay que vivir el judaísmo constantemente. Estudiar algo de Torá diariamente. Colocarse los Tefilín diariamente. Dar Tzedaká diariamente. Prender las velas de Shabat semanalmente.

2) Saber frenar. No dejar que la ambición personal cope la vida. Hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Hay que tener claras las prioridades de la vida para no “chocar”.

3) Combatir la inercia. Lo más difícil es arrancar, especialmente en una sociedad en la cual la palabra “mañana”, muy a menudo no significa “tomorrow”, sino “not today”.... Cuando termines de leer este artículo, siéntate y anota tu plan de acción para con tu salud espiritual y empieza a ejecutarlo hoy mismo. Si bien cuesta arrancar, una vez que empieza es más fácil, como dicen las Idishe Mames, Miten esn kumt der apetit (el apetito viene al comer)...

Ah, y una cosa más que no me di cuenta pero mi hijo Moishy me lo hizo ver: Si pedalear te resulta fácil, probablemente estés yendo cuesta abajo..