Dos mundos

Casi todos los niños sueñan con el matrimonio, sin embargo, la mitad de ellos terminan con un divorcio. ¿Por qué el divorcio es tan común? Por otro lado, si suele pasar, ¿por qué nos seguimos casando?

La mística nos enseñó que el divorcio es producto del caos. Cuando Di-s creó el mundo, el espacio era espiritual pero caótico. Según la Cabalá, el caos surgió de la energía Divina agresiva. Cada energía se concentraba en su propia tarea, sin poder acomodar a las demás. Operaban con independencia y desacuerdos, lo que provocó el caos.

Luego Di-s creó un nuevo orden, uno de integridad, que es nuestro mundo. Aquí, las energías poderosas son moderadas para acomodar y forjar conexiones con las otras. El resultado es un ambiente más ameno, en el que cada una se ve reforzada por la contribución de las demás.

Por lo tanto, no es sorpresa que el humano, producto de ambos mundos, es una amalgama de ambas adaptaciones. Somos muy independientes, pero anhelamos ser tocados por otros. El matrimonio es un producto de nuestro lado complaciente, mientras que el divorcio es producto de nuestra asertividad.

El Conflicto Interno

Exploremos esto un poco más. Los deseos de independencia y conexión son esenciales para el alma humana. Bajo coacción y sometimiento, nuestro espíritu se suprime. Anhelamos la libertad casi tanto como anhelamos la vida, como en el famoso llanto de Patrick Henry: “Denme la libertad o denme la muerte” Nos resistimos a la coacción y la opresión con todo nuestro ser. Queremos expresarnos libremente, para tener el espacio, la libertad y los medios para hacer lo que elegimos y ser como somos.

Luego está la necesidad contraria de amar y ser amado, de necesitar y ser necesario. El aislamiento mata de hambre al alma, y es lo peor para un ser humano saludable y feliz. Entonces hay un conflicto. En nuestra búsqueda de la libertad, buscamos desencadenarnos, pero en la búsqueda del amor, buscamos unirnos.

Como los niños, somos criados por padres que nos aman. La disciplina y el confort que recibimos de ellos es vital para nuestra sensación de bienestar y autoestima, pero llega un momento en que necesitamos liberarnos y emprender nuestro propio camino. Durante un tiempo disfrutamos nuestra independencia recién adquirida. Pero luego, una necesidad más profunda se afianza, y nuestra alma comienza a buscar amor. Buscamos crear conexiones, ser parte de una sociedad, una comunidad, una familia y una red social. Especialmente buscamos un compañero para compartir nuestras vidas.

Cuando finalmente nos encontramos con la persona adecuada y nos casamos, disfrutamos nuestro vínculo. Luego, de a poco comenzamos a darnos cuenta que ganar el amor requiere la entrega de una parte importante de nuestra independencia. Ya no somos capaces de elegir lo que queremos y hacer lo que sentimos. Ahora debemos tener a otra persona en cuenta, y hacer sólo lo que es correcto para ambos. Muchos se irritan bajo la carga... y aparece la tensión. Si renunciamos a nuestra independencia por amor, crecemos resentidos con aquellos a quienes amamos. Si guardamos celosamente nuestra independencia, corremos el riesgo de alejar a los que amamos. Tiene que haber un término medio que nos permita mantener nuestra independencia y nuestro amor.

El Punto Seminal

Volvamos a los Cabalistas. La habilidad de acomodar estas dos energías Divinas, es reflejada en su verdadera naturaleza. El punto de partida es Divino. Sus características particulares son asumidas luego. Pero su habilidad de acomodarse trasciende sus diferencias, llegando a sus raíces en donde eran realmente uno. Lo mismo es cierto con nosotros. Nuestra necesidad de independencia es producto de nuestros intereses personales, inclinaciones y deseos. Sin embargo, no son reflexivos de nuestro punto de origen. Nuestro origen, es nuestra humanidad, y la humanidad es genérica, la compartimos por igual. Entonces, en vez de limitarnos, adaptarse puede ser una experiencia trascendental y liberadora, una oportunidad para llevarnos a nuestro verdadero ser. Sin embargo, esto solo es cierto cuando elegimos adaptarnos. Cuando nos obligan a hacerlo, no trascienden nuestras diferencias. Continuamos limitados a nuestras diferencias. En vez de abrirnos a nuestro verdadero ser, se nos consume nuestra vitalidad.

Matrimonio Basado en el Divorcio

Cuando la Torá menciona el mundo del matrimonio, enseguida presenta las leyes del divorcio. Es una discordante yuxtaposición, pero trae consigo una potente lección. Nos recuerda que el matrimonio y sus compromisos no se nos imponen. Es una elección que elegimos libremente. La opción de terminar un matrimonio siempre está disponible, y si seguimos con nuestro matrimonio es porque nosotros lo elegimos.

Esta conciencia es un puente que nos permite mantener nuestra independencia y nuestra necesidad de conexión. Si cuando hacemos compromisos en el matrimonio, nos sentimos limitados, el matrimonio puede drenar nuestra sensación de ser. Pero, si recordamos que el matrimonio es una elección, entonces se refuerza nuestra sensación de ser e independencia, porque la elección de dar sólo puede ser hecha cuando somos lo suficientemente independientes para hacer elecciones.

La independencia nos permite ser nosotros mismos. El amor nos concede dar de nosotros mismos. No tenemos que echarnos por la borda para alcanzar al otro, podemos hacer las dos cosas, y cuando eso sucede, aprendemos a trascender a nosotros mismos.