El precepto de la Cuenta del Omer, sobre la que está escrito en la Parshá de la semana: generó una discusión entre nuestros Sabios Z”L y los baitoseos (una secta que negaba la Torá Oral). La orden tal como aparece en la Torá, dice: “Y contaréis para ustedes desde el día siguiente al Shabat”, sobre lo que decían los baitoseos, que “el día siguiente al Shabat” quiere decir, el día siguiente al Shabat- 7mo día de la Creación- (es decir, el domingo).
En la Guemará aparece toda la discusión y las pruebas que trajeron los Sabios para aclarar que la intención del texto es “al día siguiente (del primer día) de Pesaj”.
Pero aquí surge la simple pregunta: ¿Por qué utilizó la Torá este término de “al día siguiente de Shabat” que da lugar a ser interpretado erróneamente, y no escribió de manera explícita y literal: “al día siguiente a Pesaj”? Debemos decir que aquí hay escondido un concepto interno de lo que es la esencia del precepto de la cuenta del Omer.
Una Salida en Etapas
La cuenta del Omer es la segunda etapa en el proceso global de la salida de Egipto, que comienza con Pesaj y culmina con Shavout.
La salida de Egipto consiste en un traspaso de los “cuarenta y nueve portones de impureza” y de un estudio de “desnuda y desolada”, desnudos de Mitzvot, directo a la extraordinaria unión con la Divinidad que tuvo lugar cuando la entrega de la Torá. Por eso esto se llevo a cabo en etapas- primero el emerger de la impureza de Egipto (en el mes de Nisán), luego el refinamiento interno y de raíz a través de la cuenta del Omer (en el mes de Iar), y finalmente la recepción de la Torá (en el mes de Siván). Estas tres etapas están descriptas en el texto del Cantar de los Cantares “atráeme tras de Ti correremos, el rey me trajo a sus alcobas”. “Atráeme” - es la salida de Egipto, cuando el Altísimo atrajo hacia Él al pueblo de Israel; “Detrás de Ti correremos”, es el período de la cuenta del Omer, cuando el Pueblo de Israel se refina y se acerca a Hashem; el rey me trajo a sus alcobas – es la Entrega de la Torá, la unión intima entre el Altísimo y el Pueblo de Israel.
Alimento Animal
La ofrenda del Omer consiste en cebada, que es considerada alimento animal, a diferencia de la mayoría de las ofrendas que eran de trigo. Esto está relacionado con el sentido interior de la cuenta del Omer – la destilación y el refinamiento de las cualidades del “alma animal”.
Durante los días de la cuenta del Omer el hombre debe elevar a sus fuerzas corporales y animales y “ensillarlos” también a ellos al servicio de Hashem. Por eso dice “atráeme, detrás de Ti correremos” en plural, puesto que a través del trabajo de la cuenta del Omer, el correr hacia Di-s es por parte de las dos almas – Divina y la animal conjuntamente.
Ayuda desde lo Alto
La ejecución de esta transformación requiere de una ayuda especial desde lo alto. Si para la salida de Egipto propiamente dicha se requería de una Revelación Divina especial – “se reveló sobre ellos el Rey de Reyes, el Santo bendito sea en su gloria y esencia”, cuanto más para llevar a cabo la transformación del alma animal que se requiere de una fuerza de lo más alto.
A esta fuerza alude el texto: “Y contaréis para ustedes desde el día siguiente al Shabat”.
“Y contareis” se dice en hebreo usfartem, cuya raíz del termino Zafiro (en hebreo “safir”), que brilla e ilumina. Di-s nos dice: Los iluminaré con una luz especial, del día siguiente al Shabat, una luz espiritual superior a la santidad de Shabat.
El Shabat representa un nivel de santidad superno, pero se trata de una santidad que es parte de la estructura del mundo. Pero para purificar el alma animal, Hashem concede un nivel de santidad superior al mundo, con el cual se nos brinda la fuerza para purificar las inclinaciones naturales y direccionales al servicio a Di-s.
Es este el motivo por el cual la Torá escribe: “Desde el día siguiente al Shabat” y no “siguiente al Pesaj”, para indicarnos el nivel de santidad suprema que nos da la fuerza para el trabajo espiritual de los días de la cuenta del Omer, como preparación para la entrega de la Torá en Shavuot.
(Likutei Sijot Tomo I, Pag 265)
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