Se acostumbra dar para caridad generosa y liberalmente durante todos los días de arrepentimiento, pero en Erev Iom Kipur sucede todavía más, ya que la tzedaka es una gran fuente de mérito y sirve como protección contra decretos duros. Nuestros Sabios cuentan:
Mar Ilkva tenía la práctica de perdonar cuatrocientos zuz cada Erev Iom Kipur a cierto hombre pobre que vivía cerca. Un año le envió el dinero a su hijo. Su hijo volvió y le devolvió el dinero, diciendo: "Padre, él no necesita caridad." Mar Ilkva le preguntó: "¿Qué viste [es decir, que te hizo llegar a esta conclusión)?" Él respondió: "Vi que estaban sirviéndole vino de vendimia." Mar Ilkva replicó: "¡No sabía que estaba acostumbrado a tales finuras!" Así que dobló la cantidad y le envió ochocientos zuz (Ketubot 67b).
Plimo acostumbraba burlarse de Satanás [nunca cayendo víctima de sus trampas]. Él decía: "¡Una flecha en tu ojo, Satanás!" Un día, en Erev Iom Kipur, Satanás se le apareció como un hombre pobre. Se aproximó a la puerta de Plimo y se le trajo pan fuera de la casa. Él dijo: "En este día, cuando todos cenan en casa, ¿yo permanezco afuera?" Lo hicieron pasar y le sirvieron pan: " En este día, cuando todos se sientan a la mesa, ¿debo sentarme solo?"
Le pusieron un lugar en la mesa. Todo su cuerpo estaba cubierto de yagas, lo que hacía sumamente repulsivo, y actuaba de manera vil. Plimo le dijo: "¡Compórtate adecuadamente!" Él dijo: "Sírvanme una copa de vino." Lo hicieron y él escupió en éste. Cuando lo reprendieron, pretendió caer muerto y Plimo luego oyó una voz gritando: "¡Plimo tomó una vida, Plimo tomó una vida!" Plimo huyó y se escondió. Cuando Satanás vio su angustia y zozobra, Satanás le reveló su verdadera identidad (Kidushin 81 a).
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