Al padre le encantaba jugar con su hijo pequeño, al que amaba mucho. En una ocasión le trajo una bella manzana, pero no se la dio de una vez. Al estirar el niño la mano para agarrar la manzana, el padre se la alejaba con rapidez.
En la antigua Roma vivía un sastre judío. Trabajaba muy duro y vivía de manera simple y modesta. Gastaba la mayor parte de lo ahorrado durante la semana en Shabat y Iomtov, los que tenía en gran estima y honor.
Hace muchos años, en la vieja ciudad de Hebron, en el camino a la Caverna de Majpela, había un pequeño asentamiento judío. Tan pocos hombres adultos vivían allí, que no tenían ni siquiera una minian regular en Shabat.
Era la víspera de Iom Kipur. Un silencio sin respirar reinó en la congregación mientras todos los ojos se volvían hacia la figura de su reverenciado "Baal Shem Tov."
Dos barcos navegaban indefensos a la deriva en el Mar del Norte. Los fuertes vientos y los tormentosos mares habían dañado el timón y los barcos estaban a merced de la tormenta.
Había una vez un gran rey que tenía una única hija. La princesa era noble y justa, y cuando creció, el rey buscó un hombre joven merecedor para que fuese el esposo de su hija. Muchos duques y príncipes cortejaron a la princesa real, pero ella los rechazó...